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Mostrando entradas de mayo, 2025

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La enfermedad renal crónica (ERC) representa un desafío cada vez mayor para los sistemas sanitarios, no solo por su prevalencia en aumento, sino por su carácter silencioso en fases iniciales y su impacto progresivo sobre la morbimortalidad cardiovascular. Se estima que uno de cada diez adultos presenta algún grado de disfunción renal, y buena parte de estos pacientes son atendidos exclusivamente en atención primaria. En las consultas de medicina de familia es frecuente encontrar factores de riesgo como hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, obesidad y envejecimiento poblacional, todos ellos íntimamente ligados al desarrollo y progresión de la ERC. A pesar de ello, la detección precoz sigue siendo subóptima y muchas veces la oportunidad de intervenir en fases tempranas se pierde, derivando en complicaciones que podrían haber sido prevenidas. El médico de familia, por su rol longitudinal, ocupa un rol estratégico para identificar, estratificar riesgos y aplicar medidas t...

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El cáncer de estomago sigue siendo uno de los grandes retos en oncología digestiva a nivel global. De acuerdo con los datos más recientes de la International Agency for Research on Cancer (IARC), ocupa el quinto lugar en incidencia y el cuarto en mortalidad entre todos los tipos de cáncer, con más de un millón de casos nuevos y cerca de 770.000 muertes cada año. Aunque su incidencia ha disminuido en muchas regiones desarrolladas, continúa siendo alta en zonas como Asia Oriental, Europa del Este y América Latina, donde persisten factores de riesgo endémicos y limitaciones en la accesibilidad a servicios de salud. Su alta letalidad se explica, en gran medida, por el diagnóstico tardío. Las etapas iniciales suelen ser silenciosas o manifestarse con síntomas inespecíficos, lo que retrasa la detección. Este panorama ha impulsado el desarrollo de estrategias preventivas en tres niveles: la prevención primaria (dirigida a evitar la aparición del cáncer), la secundaria (cribado y diagnóstico p...

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El tratamiento anticoagulante ha sido, durante décadas, el pilar fundamental en la prevención del ictus cardioembólico en la fibrilación auricular no valvular (FANV) y en el abordaje de la enfermedad tromboembólica venosa (ETEV). Tradicionalmente dominado por los antagonistas de la vitamina K (AVK), como el acenocumarol o la warfarina, este enfoque ha requerido un manejo cuidadoso basado en controles frecuentes del INR, control de múltiples interacciones medicamentosas y alimentarias, y una estrecha monitorización clínica. La irrupción de los nuevos anticoagulantes orales (ACODs) —dabigatrán, rivaroxabán, apixabán y edoxabán— ha modificado sustancialmente este paradigma. Estos fármacos, con mecanismos de acción dirigidos sobre la trombina (IIa) o el factor Xa, presentan perfiles farmacocinéticos más predecibles, menor variabilidad interindividual y un riesgo hemorrágico comparable o inferior al de los AVK en determinados contextos clínicos. Para el médico de familia, esta evolución ter...