Manejo de la ansiedad persistente sin benzodiacepinas: enfoque clínico para médicos de familia

La ansiedad persistente es frecuente en Atención Primaria y a menudo se aborda con benzodiacepinas pese a sus riesgos a largo plazo. Este artículo propone un manejo práctico sin BZD: evaluación estructurada, intervenciones no farmacológicas con evidencia y uso preferente de ISRS/IRSN, con seguimiento longitudinal y ejemplos clínicos.


1. Introducción

La ansiedad persistente es una de las consultas más frecuentes en atención primaria, aunque a menudo se presenta solapada bajo síntomas somáticos, insomnio o sensación difusa de malestar. Frente a esta demanda, las benzodiacepinas (BZD) han sido tradicionalmente la respuesta rápida y eficaz en el corto plazo. Sin embargo, su uso sostenido plantea serios problemas clínicos y de salud pública: dependencia, tolerancia, deterioro cognitivo, caídas en adultos mayores y una clara desconexión con las guías clínicas más actualizadas.

Pese a la creciente evidencia sobre los riesgos del uso prolongado de BZD, su prescripción sigue siendo elevada en el primer nivel de atención, muchas veces como respuesta a la presión asistencial, la falta de alternativas estructuradas o la demanda explícita del paciente. En este escenario, el médico de familia se encuentra en una posición clave para liderar un cambio de paradigma: ofrecer intervenciones seguras, efectivas y sostenibles en el tiempo, sin recurrir sistemáticamente a fármacos de riesgo.

Este artículo propone un enfoque clínico para el manejo de la ansiedad persistente sin iniciar tratamiento con benzodiacepinas, integrando herramientas diagnósticas prácticas, opciones terapéuticas basadas en evidencia y estrategias de comunicación adaptadas a la realidad de la consulta. No se trata de negar el valor de las BZD en situaciones puntuales, ni de desechar su utilización, sino de reflexionar sobre cuándo realmente están indicadas y cómo podemos ampliar nuestro repertorio clínico para abordar el importante sufrimiento emocional que la ansiedad persistente genera con mayor profundidad y menor iatrogenia.

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2. Ansiedad persistente: definición y caracterización clínica

En la práctica de atención primaria, es frecuente recibir pacientes con síntomas de ansiedad crónicos, que no siempre encajan en un trastorno específico del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM). Se habla entonces de ansiedad persistente, una categoría útil desde el punto de vista clínico, aunque no esté formalmente codificada en el DSM. Este concepto hace referencia a un estado de activación ansiosa mantenida en el tiempo —por semanas o meses— que interfiere con el bienestar y la funcionalidad, sin alcanzar necesariamente los criterios para trastornos como el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), el trastorno de pánico o la fobia social.

Características clínicas comunes

  • Preocupación constante y difícil de controlar, a menudo centrada en aspectos cotidianos (salud, familia, trabajo).
  • Trastornos del sueño (dificultad para conciliar o mantener el sueño).
  • Sensación de fatiga constante o “nerviosismo físico”.
  • Quejas somáticas inespecíficas (cefaleas, molestias digestivas, dolor muscular).
  • Dificultad para relajarse o sensación de tensión interna continua.

Aunque estos síntomas pueden ser compatibles con un TAG, en muchos casos no se cumplen todos los criterios diagnósticos, lo que no impide que el sufrimiento sea significativo y la demanda de atención médica sea elevada.

Evaluación inicial en atención primaria

El primer paso es realizar una anamnesis orientada que permita distinguir entre:

  • Una reacción normal ante una situación estresante, donde lo más indicado es el acompañamiento y la contención.
  • Un cuadro transitorio autolimitado, que puede requerir solo intervenciones mínimas.
  • Un trastorno ansioso con criterios clínicos, que podría beneficiarse de tratamiento específico.

Para ello, resulta útil integrar herramientas breves como:

  • GAD-7 (Generalized Anxiety Disorder-7): cuestionario de autovaloración validado y fácilmente aplicable en consulta.
  • Escala de Goldberg, combinada con entrevista clínica, para una valoración rápida de ansiedad y depresión.

Además, se deben descartar causas orgánicas que puedan simular o agravar la ansiedad: hipertiroidismo, anemia, hipoglucemia, efectos de fármacos o abstinencia de sustancias. Una exploración básica, junto con una analítica general y TSH, suele ser suficiente como primer cribado.

Diagnóstico diferencial

Es fundamental diferenciar la ansiedad persistente de otras entidades que pueden presentarse de forma similar:

  • Trastorno depresivo mayor: donde la ansiedad puede ser un síntoma secundario, pero predomina el estado de ánimo bajo.
  • Trastorno de pánico: caracterizado por crisis agudas e inesperadas, con predominio de síntomas físicos intensos.
  • Trastornos somatomorfos: especialmente cuando las quejas físicas son el motivo principal de consulta.
  • Abuso de sustancias (incluidas las BZD): tanto en su consumo como en la retirada pueden provocar síntomas ansiosos.

Reconocer estas diferencias es clave para evitar un enfoque excesivamente farmacológico o erróneo, y para adaptar las intervenciones al perfil del paciente.

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3. Razones para evitar benzodiacepinas como primera línea

Las benzodiacepinas (BZD) siguen formando parte del arsenal terapéutico disponible en atención primaria, y es innegable su eficacia a corto plazo para la reducción de la ansiedad aguda. No obstante, su uso como primera opción ante cuadros de ansiedad persistente carece de justificación clínica y contraviene las recomendaciones de las principales guías internacionales. Más aún, su uso prolongado se asocia con efectos adversos relevantes, dependencia y peor pronóstico funcional en el largo plazo.

Riesgo de dependencia y tolerancia

Uno de los principales problemas del uso continuado de BZD es su potencial adictivo. A las pocas semanas de uso diario, puede desarrollarse tolerancia, lo que lleva a los pacientes a necesitar dosis crecientes para lograr el mismo efecto. Esto favorece un patrón de consumo crónico difícil de revertir, especialmente en personas con antecedentes de trastornos afectivos, consumo de alcohol u otras sustancias, o historia personal de dependencia.

Además, la interrupción abrupta tras un uso prolongado puede provocar un síndrome de abstinencia con síntomas ansiosos intensos, insomnio, irritabilidad e incluso crisis convulsivas, lo que refuerza la percepción del paciente de que "necesita" el fármaco.

Efectos adversos en el funcionamiento cognitivo y físico

El uso continuado de BZD se asocia con deterioro cognitivo, enlentecimiento psicomotor y riesgo incrementado de caídas, especialmente en pacientes mayores. Diversos estudios han vinculado el uso crónico con un aumento del riesgo de demencia, aunque la relación causal aún se discute. Aun así, el impacto funcional es evidente, sobre todo cuando se combina con otros fármacos depresores del sistema nervioso central (opioides, antihistamínicos, antidepresivos sedantes).

En personas jóvenes y activas, los efectos sobre la memoria, la atención y el rendimiento laboral también son significativos y suelen ser infravalorados.

Desplazamiento del foco clínico y cronificación del malestar

El uso temprano de BZD puede ofrecer un alivio sintomático rápido, pero a menudo interfiere con el abordaje más profundo y resolutivo del problema subyacente. En muchos casos, su prescripción posterga —cuando no sustituye— intervenciones psicoterapéuticas breves, estrategias de afrontamiento y recursos psicoeducativos más sostenibles en el tiempo.

Esto puede generar una cronificación del cuadro ansioso, con consultas repetidas, aumento del uso de recursos sanitarios y deterioro progresivo de la autonomía del paciente para gestionar su malestar.

Consideraciones éticas y responsabilidad profesional

Prescribir una benzodiacepina puede parecer una salida rápida ante una consulta difícil, pero implica una decisión que condiciona la evolución clínica del paciente. En un contexto de medicina centrada en la persona, el profesional debe equilibrar la demanda inmediata con el cuidado a largo plazo, evitando iatrogenias evitables.

Las guías de práctica clínica de la NICE, la semFYC y el Royal College of Psychiatrists coinciden en que las benzodiacepinas deben reservarse para situaciones puntuales, de corta duración, y como tratamiento adyuvante, no como opción de inicio ante la ansiedad persistente.

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4. Alternativas no farmacológicas con evidencia clínica

El manejo de la ansiedad persistente en atención primaria sin recurrir a benzodiacepinas requiere una revalorización de estrategias no farmacológicas. Lejos de ser meras recomendaciones teóricas, estas intervenciones han demostrado eficacia en múltiples estudios y pueden implementarse —con los debidos ajustes— incluso en contextos de consulta breve. El rol del médico de familia aquí no es sustituir al psicoterapeuta, sino detectar, iniciar y acompañar procesos de regulación emocional que reduzcan el sufrimiento del paciente y promuevan su autonomía.

Psicoeducación y validación del síntoma

Una intervención breve, clara y empática en la primera consulta puede tener un impacto terapéutico significativo. La psicoeducación incluye:

  • Explicar al paciente qué es la ansiedad, su función adaptativa y por qué puede volverse disfuncional.
  • Validar la experiencia del paciente sin patologizarla (“lo que siente es real, y es abordable”).
  • Desmitificar el tratamiento (“no todo malestar requiere un fármaco”) y generar una alianza de manejo conjunto.

Esta estrategia no requiere más de 2-3 minutos bien utilizados y puede reforzarse con materiales escritos o digitales.

Técnicas cognitivo-conductuales adaptadas a atención primaria

Las intervenciones breves basadas en terapia cognitivo-conductual (TCC) adapatadas para Atención Primaria han demostrado ser eficaces incluso en formato simplificado. Algunas técnicas que pueden enseñarse o recomendarse desde la consulta son:

  • Identificación de pensamientos automáticos: ayudar al paciente a detectar interpretaciones catastróficas o desproporcionadas.
  • Reestructuración cognitiva básica: enseñar a cuestionar y reformular esos pensamientos con un lenguaje más realista.
  • Técnicas de exposición progresiva: especialmente útiles en pacientes que evitan sistemáticamente situaciones generadoras de ansiedad.

Estas herramientas pueden iniciarse en consulta y complementarse con ejercicios domiciliarios o aplicaciones móviles.

Entrenamiento en técnicas de regulación emocional y mindfulness

Cada vez más evidencia respalda el uso de técnicas de atención plena (mindfulness) y regulación emocional como complemento al manejo de la ansiedad. Aunque su efectividad depende del compromiso del paciente, son intervenciones de bajo coste, sin efectos adversos, y con beneficios sostenidos.

Se pueden recomendar prácticas sencillas como:

Incluir una hoja de recomendaciones o links a prácticas guiadas es una forma práctica de iniciar este enfoque sin necesidad de ser experto en meditación.

Recursos accesibles para pacientes

Muchos pacientes se sienten más seguros si tienen material tangible para continuar el trabajo fuera de la consulta. Puedes recomendar:

Además, si en tu comunidad hay programas de psicoterapia grupal, talleres de manejo de estrés o servicios de salud mental comunitaria, derivar a estos espacios puede reforzar el enfoque no farmacológico.

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5. Tratamientos farmacológicos alternativos

Cuando la ansiedad persistente interfiere significativamente en la funcionalidad del paciente y las intervenciones no farmacológicas no son suficientes o no son posibles, es legítimo considerar el uso de fármacos. El punto clave es evitar el inicio de benzodiacepinas como solución automática, y en su lugar, optar por opciones con mayor evidencia de eficacia sostenida, menor riesgo de dependencia y mejor perfil de seguridad a largo plazo.

Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y noradrenalina (IRSN)

Los ISRS (como sertralina, escitalopram, paroxetina) y los IRSN (como venlafaxina o duloxetina) constituyen el tratamiento de primera línea para los trastornos de ansiedad, según la mayoría de guías internacionales (NICE, APA, semFYC).

Ventajas:

  • Eficacia sostenida a mediano y largo plazo.
  • Menor riesgo de recaída comparado con BZD.
  • No generan dependencia ni tolerancia.

Consideraciones clínicas:

  • Inicio gradual: puede ser útil comenzar con dosis bajas para minimizar efectos adversos iniciales como náuseas, agitación o insomnio.
  • Tiempo de respuesta: los efectos clínicos suelen observarse a partir de la segunda o tercera semana, siendo clave explicar esto al paciente.
  • Duración del tratamiento: se recomienda mantener el tratamiento al menos 6-12 meses una vez alcanzada la respuesta, para evitar recaídas.
  • Efectos adversos: disfunción sexual, síntomas gastrointestinales, ansiedad inicial transitoria. En general, bien tolerados.

Fármacos alternativos con menor evidencia o uso específico

Buspirona

  • Agente ansiolítico no sedante, no adictivo.
  • Puede ser útil en pacientes con TAG leve-moderado.
  • Tiempo de acción lento (semanas), eficacia inferior a ISRS.
  • Poco usado en España por disponibilidad y experiencia clínica limitada.

Hidroxicina

  • Antihistamínico con efecto ansiolítico y sedante.
  • Útil para síntomas ansiosos leves o asociados a insomnio transitorio.
  • No produce dependencia, pero puede generar somnolencia y afectación cognitiva.
  • No recomendable para uso crónico ni en población mayor.

Pregabalina

  • Aprobada para TAG en algunos países.
  • Puede tener utilidad en pacientes con ansiedad grave y mala tolerancia a ISRS.
  • Potencial de abuso bajo pero no nulo; usar con precaución.

Otros

El uso de antipsicóticos atípicos o estabilizadores del ánimo como ansiolíticos off-label carece de justificación en atención primaria y debe reservarse a especialistas en salud mental.

Fitoterapia y nutracéuticos: ¿tienen un rol clínico?

Algunos pacientes solicitan alternativas "naturales". Si bien muchas no cuentan con evidencia sólida, algunas opciones pueden considerarse como complemento:

  • Pasiflora, valeriana, lavanda oral: efectos leves, útiles como coadyuvantes en insomnio o ansiedad leve.
  • Magnesio, triptófano, GABA: uso extendido, pero sin respaldo clínico robusto.
  • CBD (cannabidiol): creciente interés, pero aún sin evidencia suficiente ni aprobación clara en muchos contextos.

Es fundamental explicar que "natural" no siempre es sinónimo de "seguro", y evitar recomendar productos sin control sanitario o con efectos desconocidos.

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6. Seguimiento clínico y abordaje longitudinal

La ansiedad persistente rara vez se resuelve con una única intervención. Requiere un acompañamiento clínico continuado, con enfoque biopsicosocial, y una estrategia terapéutica sostenida en el tiempo. El médico de familia tiene un papel central, no solo como prescriptor o educador, sino como figura de contención y seguimiento a lo largo del proceso.

Establecer expectativas realistas desde el inicio

Uno de los factores clave para evitar el uso inapropiado de benzodiacepinas es anticiparse a la impaciencia o frustración del paciente:

  • Tiempo de respuesta: explicar que los tratamientos efectivos, especialmente los no farmacológicos o con ISRS, requieren semanas para mostrar resultados.
  • Fluctuación del curso clínico: normalizar que habrá días mejores y peores, y que esto no implica fracaso del tratamiento.
  • Evitar soluciones inmediatas: reforzar que aliviar el síntoma a corto plazo no siempre es la mejor estrategia para resolver el problema de fondo.

Este encuadre ayuda a reducir la presión sobre el profesional y aumenta la adherencia del paciente a intervenciones de mayor valor terapéutico.

Planificación del seguimiento

El diseño de un plan de seguimiento personalizado permite monitorizar la evolución y ajustar la intervención según la respuesta. Algunas recomendaciones prácticas:

  • Primera revisión: entre 2 y 4 semanas tras el inicio de cualquier intervención (farmacológica o no).
  • Posteriormente: controles mensuales durante los primeros 3 meses, luego espaciar según evolución.
  • Uso de escalas breves (GAD-7, Goldberg): útiles para objetivar cambios y orientar decisiones clínicas.

Durante estas visitas, es importante reforzar logros, validar esfuerzos del paciente, ajustar intervenciones y detectar signos de empeoramiento.

Cuándo derivar a salud mental

Aunque muchos casos de ansiedad persistente pueden manejarse en atención primaria, existen criterios claros para derivación:

  • Fracaso de tratamiento bien instaurado tras 3–6 meses.
  • Dificultades diagnósticas: presencia de síntomas mixtos, comorbilidades psiquiátricas o alto componente somatomorfo.
  • Riesgo elevado: ideas autolíticas, conductas desadaptativas severas o consumo problemático de sustancias.
  • Demanda psicoterapéutica estructurada que excede el tiempo o recursos disponibles en primaria.

La derivación no implica renuncia del caso, sino articulación con un segundo nivel asistencial. El seguimiento compartido puede ser muy beneficioso.

Sostener el enfoque no-benzodiacepínico

Una de las principales dificultades es mantener la decisión clínica de no iniciar BZD frente a la presión del paciente. Algunas estrategias útiles:

  • Reafirmar la indicación inicial con firmeza y empatía: "Sé que lo estás pasando mal, pero hay formas de mejorar esto sin necesidad de un ansiolítico que a largo plazo podría perjudicarte".
  • Ofrecer alternativas concretas en cada visita: fichas de ejercicios, enlaces, recomendaciones progresivas.
  • Reconocer el sufrimiento sin medicalizarlo en exceso: "Entiendo que estás ansioso, pero eso no significa que estés enfermo o que necesites medicación urgente".

Este acompañamiento firme pero comprensivo fortalece la alianza terapéutica y evita caer en soluciones de corto plazo con alto coste clínico posterior.

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7. Casos clínicos ilustrativos

Los casos clínicos permiten ejemplificar la aplicación de las estrategias propuestas y mostrar que es posible manejar la ansiedad persistente sin recurrir sistemáticamente a benzodiacepinas. A continuación, se presentan tres escenarios habituales en atención primaria:

Caso 1: María, 42 años — Ansiedad generalizada con buena respuesta a intervención no farmacológica

Motivo de consulta: sensación de nerviosismo continuo, insomnio y fatiga desde hace “meses”.

Historia clínica relevante:

  • Sin antecedentes psiquiátricos previos.
  • Alta carga de estrés laboral y familiar.
  • Exploración física normal. TSH, hemograma y glucemia sin alteraciones.

Evaluación:

  • GAD-7: 13 (ansiedad moderada).
  • No hay síntomas de depresión mayor ni consumo de sustancias.
  • No se solicitan benzodiacepinas directamente, pero refiere que “algo para dormir” le ayudaría.

Manejo realizado:

  1. Psicoeducación inicial: se explicó el rol adaptativo de la ansiedad, el concepto de ansiedad mantenida y el pronóstico favorable con intervenciones no farmacológicas.
  2. Material entregado: hoja con técnicas de respiración y link a app de mindfulness (Petit BamBou).
  3. Plan de seguimiento: cita a 3 semanas con repetición de GAD-7.
  4. Recomendación complementaria: ejercicio físico diario moderado.

Evolución:

  • A las 3 semanas, GAD-7: 8.
  • Se refuerzan las estrategias y se mantiene plan no farmacológico.
  • En el seguimiento a 3 meses, refiere mejoría mantenida sin necesidad de medicación.

Comentario clínico: Este caso muestra cómo una intervención breve, estructurada y empática puede evitar una prescripción innecesaria. La validación del malestar, sumada a herramientas prácticas, puede generar mejoras sustanciales en pacientes motivados y con buena red de apoyo.

Caso 2: Javier, 59 años — Ansiedad persistente con componente somático y respuesta a ISRS

Motivo de consulta: palpitaciones, nudo en el estómago, sensación de “no estar bien”.

Historia clínica relevante:

  • Sin antecedentes psiquiátricos. HTA bien controlada.
  • ECG y analítica normales.
  • Refirió que hace 6 meses sufrió la muerte de su hermano y desde entonces “nada volvió a ser igual”.

Evaluación:

  • GAD-7: 16 (ansiedad grave).
  • Escala de Goldberg positiva para ansiedad y síntomas depresivos leves.
  • Solicitó “algo para calmarme, aunque sea por un tiempo”.

Manejo realizado:

  1. Psicoeducación y validación emocional: se exploró el duelo complicado como factor clave.
  2. Inicio de tratamiento con sertralina 50 mg/día, con pautas claras de ajuste y advertencia sobre ansiedad inicial.
  3. Revisión a 3 semanas: se acompaña aumento de dosis a 75 mg/día.
  4. Intervención paralela: recomendación de grupo de apoyo para duelo en centro comunitario.

Evolución:

  • A las 6 semanas, GAD-7: 9. Mejora del sueño y de los síntomas físicos.
  • Se mantiene tratamiento durante 12 meses con reducción progresiva al final del proceso.

Comentario clínico: Este caso representa a un paciente que inicialmente podría haber recibido benzodiacepinas como respuesta rápida al malestar emocional. Sin embargo, una escucha activa, el inicio de ISRS y el seguimiento estrecho permitieron un tratamiento eficaz y seguro, sin riesgo de dependencia.

Caso 3: Carmen, 67 años — Demanda explícita de benzodiacepinas ante ansiedad crónica

Motivo de consulta: “Vengo por la receta del Orfidal. Llevo tomándolo desde hace años y ahora me dicen que no me lo pueden seguir recetando.”

Historia clínica relevante:

  • Hipertensión y artrosis de rodilla.
  • Uso crónico de lorazepam (1 mg/día por la noche) desde hace más de 5 años, sin indicación formal registrada.
  • Refiere ansiedad nocturna, dificultad para conciliar el sueño y preocupación constante por la salud de sus hijos.

Evaluación:

  • GAD-7: 10 (ansiedad moderada).
  • MOCA: 24/30 (alteración cognitiva leve).
  • Niega síntomas depresivos mayores. No ha recibido psicoterapia.
  • La paciente está convencida de que “si le quitan el Orfidal, no podrá dormir más”.

Manejo realizado:

  1. Exploración de expectativas y creencias:
    • Se le preguntó sobre la función que cree que cumple el fármaco en su vida.
    • Se validó su temor: “Entiendo que te preocupa perder algo que te ha ayudado. Es una sensación legítima.”
  2. Reformulación empática y educativa:
    • Se explicó el riesgo de deterioro cognitivo, caídas y dependencia en adultos mayores.
    • Se aclaró que el objetivo no es retirarle el tratamiento de forma brusca ni desatender su malestar, sino ofrecerle una alternativa más segura y duradera.
  3. Propuesta de plan de retirada gradual + alternativa terapéutica:
    • Reducción progresiva del lorazepam (disminución de 0.25 mg cada 2-4 semanas).
    • Inicio de escitalopram 5 mg/día, con intención de subir a 10 mg si es bien tolerado.
    • Recomendación de técnicas de higiene del sueño y meditación guiada nocturna (app recomendada: Insight Timer).
    • Citas programadas cada 2 semanas para seguimiento y ajuste.
  4. Hoja informativa entregada:
    • Información escrita sobre ansiedad en mayores y guía para dejar benzodiacepinas (material del Ministerio de Sanidad adaptado).

Evolución:

  • A los 2 meses: retirada completa de lorazepam, tolerancia adecuada al escitalopram.
  • Ansiedad más contenida, mejora subjetiva del sueño sin sedación farmacológica.
  • La paciente refiere sentirse más “despierta” y agradece el cambio, aunque con esfuerzo.

Comentario clínico: Este caso refleja un escenario muy habitual: pacientes con uso crónico de BZD sin revisión, especialmente en edad avanzada. El éxito del abordaje radicó en no confrontar la demanda, sino en reformularla como una oportunidad de cuidado a largo plazo, acompañando el proceso con cercanía y estructura.

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8. Conclusiones y puntos clave

La ansiedad persistente es un reto cotidiano en atención primaria, donde el profesional se ve constantemente ante la disyuntiva entre el alivio rápido del síntoma y el abordaje de fondo del problema. Aunque las benzodiacepinas han tenido históricamente un rol protagónico, hoy sabemos que su uso indiscriminado y prolongado comporta más riesgos que beneficios.

El manejo no benzodiacepínico es posible, efectivo y seguro cuando se fundamenta en tres pilares: evaluación clínica cuidadosa, intervenciones estructuradas basadas en evidencia y una alianza terapéutica firme pero empática.

A modo de resumen, estos son los puntos clave:

  • No medicalices el malestar normal: escuchar y contener puede ser más terapéutico que prescribir.
  • Explica el curso natural de la ansiedad: muchas veces es transitoria y autolimitada.
  • Evita las BZD como respuesta rápida: generan dependencia, cronifican el problema y dificultan intervenciones posteriores.
  • Ofrece alternativas claras y graduales: desde técnicas de respiración hasta ISRS si es necesario.
  • Agenda seguimientos proactivos: la continuidad del vínculo es parte esencial del tratamiento.
  • Deriva cuando sea necesario, pero sin delegar el seguimiento: el paciente sigue siendo tuyo.

Como médicos de familia, tenemos la oportunidad —y la responsabilidad— de cambiar la forma en que se aborda la ansiedad en el primer nivel de atención. No se trata solo de evitar un fármaco, sino de restituir a la relación médico-paciente su valor terapéutico, de construir espacios donde el malestar psíquico pueda ser escuchado, comprendido y tratado sin prisas, sin atajos y con respeto a la persona.

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10. Cuestionario de autoevaluación

Instrucciones: Marca una opción por pregunta y pulsa Corregir. Las respuestas correctas y las explicaciones se mostrarán tras corregir. Puedes reintentarlo con Reiniciar.


1. Según las guías actuales, ¿cuál es el fármaco de primera elección en el tratamiento farmacológico de la ansiedad persistente cuando se evita el uso de benzodiacepinas?





2. ¿Cuál de los siguientes fármacos requiere ajuste de dosis en insuficiencia renal moderada?





3. ¿Cuál de las siguientes medidas no farmacológicas ha demostrado mayor efectividad mantenida en ansiedad persistente?





4. ¿En qué situación se recomienda iniciar tratamiento combinado (farmacológico y psicológico) desde el inicio?





5. ¿Qué efecto adverso es más frecuente con los ISRS al inicio del tratamiento?





6. ¿Cuál de las siguientes opciones es preferible en un paciente con abuso previo de benzodiacepinas?





7. ¿Cuál de los siguientes fármacos se asocia a mayor riesgo de síndrome de discontinuación si se suspende bruscamente?





8. ¿Cuál de los siguientes signos clínicos debe alertar sobre una posible causa orgánica de ansiedad persistente?





9. En relación con la pregabalina en ansiedad generalizada, ¿cuál es correcta?





10. Respecto al seguimiento del paciente con ansiedad persistente, ¿cuál es la recomendación más adecuada?






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9. Bibliografía recomendada

  1. National Institute for Health and Care Excellence (NICE). Generalised anxiety disorder and panic disorder in adults: management [Internet]. London: NICE; 2011 [actualizado 2020; citado 2025 Ago 17]. Disponible en: https://www.nice.org.uk/guidance/cg113/chapter/Recommendations
  2. Locke AB, Kirst N, Shultz CG. Diagnosis and management of generalized anxiety disorder and panic disorder in adults. Am Fam Physician [Internet]. 2015 May 1 [citado 2025 Ago 17];91(9):617-24. Disponible en: https://www.aafp.org/pubs/afp/issues/2015/0501/p617.html
  3. Canadian Research Initiative in Substance Misuse (CRISM). Benzodiazepine Use and Tapering: Clinical Guidance Document [Internet]. Vancouver: BCCSU; 2025 [citado 2025 Ago 17]. Disponible en: https://www.bccsu.ca/wp-content/uploads/2025/05/benzodiazepine-bulletin.pdf
  4. Parish MB, Brown SL, Zgierska AE, Shanafelt T, Murad MH. Pharmacologic treatment of mild to moderate major depressive disorder and generalised anxiety disorder in adults. JAMA Netw Open. 2023;6(2):e225189. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9951804
  5. Garakani A, Martinez JM, Aaronson CJ, Choi CJ, Malison RT, Liebowitz MR. The emergence of buspirone for the treatment of anxiety disorders: A review. Front Psychiatry. 2020;11:595584. Disponible en: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyt.2020.595584/full
  6. Woo YS, Seo HJ, McIntyre RS, Bahk WM. A review of the efficacy of buspirone for anxiety and depression. Clin Psychopharmacol Neurosci. 2025;23(1):55-62. Disponible en: https://www.cpn.or.kr/journal/view.html?doi=10.9758/cpn.24.1255
  7. Medscape. Anxiety Disorders: Treatment & Management [Internet]. 2024 [citado 2025 Ago 17]. Disponible en: https://emedicine.medscape.com/article/286227-treatment

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