RESUMEN
La neumonía adquirida en la
comunidad (NAC), antes llamada neumonia extrahospitalaria se define como la infección del parénquima pulmonar de una
persona que no ha sido hospitalizada previamente en los últimos 14 días o no reside en una residencia de ancianos. Cursa con fiebre
(temperatura > 38), síntomas respiratorios variables e infiltrados en la
radiografía de tórax, constituyendo una causa frecuente de consulta médica, y es causa de una importante morbimortalidad.
Habitualmente el tratamiento
inicial de la NAC se realiza de forma empírica. Para ello, se ha de tener en
cuenta por una parte la etiología y
el patrón de resistencias locales a antibióticos, por otra, la edad, comorbilidad, situación inmunitaria y la
severidad del cuadro clínico. Los pacientes mayores de 65 años, inmunocomprometidos,
con morbilidad asociada, como por
ejemplo EPOC, fibrosis quística, tuberculosis, alcoholismo, etc., pueden tener
una NAC, pero en ellos debe considerarse un diagnóstico diferencial mas amplio
y el tratamiento será diferente, al igual que ocurre con la neumonía
nosocomial, definida como aquella que se presenta en pacientes después del
cuarto día de estancia en un hospital o hasta catorce días tras el alta.
INTRODUCCIÓN
La NAC se define como la
infección del parénquima pulmonar que afecta a un paciente que no ha sido
hospitalizado en los últimos 14 días o no reside en una residencia de ancianos. Cursa con fiebre
(temperatura > 38), síntomas respiratorios variables e infiltrados
radiológicos pulmonares.
EPIDEMIOLOGÍA
La incidencia de la NAC en los
EE.UU. es de 5-11 casos por 1.000 habitantes/año, siendo la sexta causa de
mortalidad en general y la primera causa de muerte por enfermedades infecciosas;
se considera que la tasa de mortalidad, en los pacientes hospitalizados, varía
entre el 10 y el 25% y, estos valores aumentan considerablemente en los casos pacientes
que requieren ingreso en UCI. Además, la NAC también sigue siendo una causa
importante de morbimortalidad en los niños. Algunos expertos estiman que la NAC
es responsable de 1,9 millones de muertes en todo el mundo en niños menores de
5 años, siendo el neumococo el principal agente responsable de estas muertes,
la mayoría de las cuales ocurren en países en desarrollo.
En España la incidencia de NAC se
estima en 2-10 casos por 1.000 habitantes/año, de los cuales el 80% son tratados
en Atención Primaria, siendo en estos casos la mortalidad menor del 1%. El
resto de los pacientes requieren hospitalización y la mortalidad en ellos
oscila entre el 12-36%, correspondiendo las tasas mas altas a personas
ancianas, personas con comorbilidades, enfermos inmunodeprimidos y pacientes
que requieren ingreso en unidades de cuidados intensivos (UCI).
ETIOLOGÍA
El conocimiento de las
frecuencias relativas de los distintos microorganismos implicados en la etiología
de la NAC no es fácil, dependiendo del ambito del estudio, atención primaria u hospital, de los criterios diagnósticos utilizados, del tipo de muestra empleada
para el diagnóstico, de la sensibilidad y especificidad de las pruebas empleadas, etc., siendo la proporción de casos en los que se
puede confirmar el diagnóstico etiológico en estudios prospectivos del 50-60% y
en la práctica clínica habitual del 6-25%. Como consecuencia algunos agentes etiológicos
pueden estar subestimados o sobreestimados.
En pacientes ambulatorios los
agentes más frecuentes de la NAC son: Streptococcus pneumoniae, Mycoplasma
pneumoniae, Haemophilus influenzae, Chlamydia pneumoniae y virus respiratorios.
En pacientes que requieren ingreso
hospitalario las etiologías más frecuentes son: S pneumoniae, M. pneumoniae, C.
pneumoniae, H. influenzae, Legionella spp., y virus respiratorios. Y entre los pacientes
que requieren ingreso en una UCI las etiologías más frecuentes son: S
pneumoniae, Staphylococcus aureus, Legionella spp., Bacilos gram-negativos, y
H. influenzae.
El porcentaje de NAC de etiología
viral en los adultos se sitúa entre el 5-20%. Los virus influenza A e influenza
B son los más frecuentes e importantes en términos de morbilidad y mortalidad.
Otros virus causantes de NAC son el parainfluenza y más raramente adenovirus y
virus respiratorio sincitial. En lactantes y niños pequeños el virus
respiratorio sincitial es la causa más común, siendo responsable del 25% de las
NAC de niños que requieren hospitalización.
En algunas series la neumonía por
aspiración supone entre el 5% y el 10% de las NAC, siendo más frecuente en ancianos,
alcohólicos, en fase aguda del accidente cerebrovascular, en enfermos con
demencia, etc., y en personas residentes en residencias para pacientes crónicos
(sobre todo aquellos con problemas neurológicos. Los microorganismos más
frecuentemente implicados son anaerobios (Bacteroides, Porphyromonas,
Prevotella melaninogenica, Fusobacterium y cocos grampositivos anaerobios) y especies
de Streptococcus distintas del neumococo.
Finalmente, las personas mayores
de 65 años o menores con ciertos trastornos subyacentes, como tabaquismo, EPOC,
fibrosis quística, esplenectomizados, inmunosuprimidos, en tratamiento con corticoides,
fármacos inmunosupresores, accidente cerebrovascular, consumo de alcohol, edema
pulmonar, etc., pueden tener alterados los
mecanismos de defensa para expulsar a los posibles agentes patógenos que pueden
ser aspirados a los pulmones desde la orofaringe y tienen una mayor riesgo de adquisición
de NAC, es mas frecuente la infeccion por H. influenzae, desarrollan bronconeumonia y tienen una evolución mas grave.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de NAC se puede establecer
en base a la historia clínica, los hallazgos de la exploración física y los de la radiografía
de tórax. En general, no se recomienda en Atención Primaria realizar de forma
rutinaria otras exploraciones complementarias.
Anamnesis
Debe indagarse sobre el
antecedente de una infección respiratoria reciente, el contacto con pacientes
diagnosticados de neumonía. También debe preguntarse sobre los antecedentes de enfermedades
debilitantes, consumo de tabaco, alcohol u otras drogas, viajes recientes,
riesgo laborales y contacto con aves, etc. Generalmente, los pacientes se
quejan de fiebre, malestar general y de un conjunto de síntomas diversos, entre
los que se incluyen tos, expectoración, disnea y dolor torácico o abdominal. La
presentación clínica puede variar considerablemente de unos pacientes a otros.
Así, por ejemplo, las personas jóvenes suelen presentar cuadros agudos y
floridos. Los ancianos, en contraposición, pueden tener síntomas más atípicos,
con alteración del nivel de conciencia (confusión, desorientación, letargo) y
síntomas diversos (incontinencia urinaria, caídas, etc.).
Exploración física
En la exploración, el paciente
puede presentar fiebre, taquicardia y taquipnea. La auscultación del tórax
puede presentar crepitaciones, estertores, matidez a la percusión, egofonía,
soplo tubárico, aumento de las vibraciones vocales, etc. En los casos en los
que existe derrame pleural puede apreciarse en la exploración una disminución del
murmullo vesicular, matidez a la percusión o roce pleural. Sin embargo, todos
estos hallazgos pueden estar ausentes en dos tercios de los casos de NAC, no
sólo en los cuadros más leves, sino también en los que precisan ingreso
hospitalario.
Exploraciones
complementarias
Radiografía de torax
La American Thoracic Society
recomienda que a todos los pacientes con un cuadro clínico sospechoso de NAC se
les realice una radiografía de tórax (pa y lateral), con el fin de establecer
el diagnóstico y la presencia de complicaciones (por ejemplo, derrame pleural, afectación
multi-lobular, etc.). Sin embargo, la última recomendación de la British
Thoracic Society, dada la menor accesibilidad en Atención Primaria a la
radiografía de tórax, es que esta sólo se indique en pacientes con riesgo, con
otras patologías subyacentes, como por ejemplo, cáncer de pulmón, o morbilidad
asociada, y en pacientes sin riesgo solo si el diagnóstico de la NAC es dudoso
y la radiografía va a ayudar al diagnóstico y a definir la estrategia
terapéutica.
La radiografía de tórax puede
revelar cambios unilaterales o bilaterales, tales como condenación, infiltrado
alveolar con broncograma aéreo, infiltrados intersticiales, derrame, o cavitación,
aunque también puede ser normal en las fases iniciales de la enfermedad.
También la radiografía es de
utilidad en el control de la evolución, y hay que saber que, en los primeros
días de tratamiento puede observarse un empeoramiento radiológico, aún siendo
correcto el mismo, y que la resolución
radiológica puede tardar entre 4 semanas (pacientes menores de 50 años y sin
enfermedad pulmonar previa) y 12 semanas (pacientes mayores de 50 años o con enfermedad
respiratoria previa).
Otras exploraciones
No se requiere la realización de
pruebas adicionales en la mayoría de los casos, ya que los resultados no suelen
afectar a la atención del paciente. Sin embargo, en pacientes seleccionados, por
ejemplo, que requieren ingreso hospitalario o con comorbilidades
significativas, estaría indicado realizar las siguientes exploraciones:
Hemograma y bioquímica: Puede
poner de manifiesto leucocitosis o leucopenia, asociada esta última a un peor pronóstico,
alteraciones de las transaminasas, hiponatremia, (puede observarse en pacientes con neumonía
por Legionella). La elevación de urea o creatinina se asocia a un peor
pronóstico. La oximetría es una prueba sencilla, no invasiva que puede ser
utilizada en Atención Primaria cuando se dispone de pulsioximetro y la gasometría
en sangre arterial se debe realizar en los pacientes hospitalizados para
evaluar el nivel de hipoxia.
Cultivo de esputo, tinción de gram, hemocultivo: Tienen
una baja rentabilidad y se reserva para pacientes que requieren ingreso
hospitalario o si hay sospecha clínica de un organismo resistente a los
fármacos o infección por a un agente no cubiertos por el tratamiento empírico
inicial.
Antigenuria de Streptococcus pneumoniae
y Legionella pneumophila: La detección del antígeno urinario de Streptococcus
pneumoniae o Legionella pneumophila tiene una sensibilidad, dependiendo de la
técnica, de entre el 70% y el 95% y una especificidad ≥ 95%, además de la gran
ventaja de la rapidez en la obtención del resultado. Están indicadas en
pacientes que requieren ingreso hospitalario.
Serológica de Legionella,
Mycoplasma, Chlamydia, Coxiella y virus respiratorios. La serología tiene
básicamente un valor epidemiológico y la mayoría de las Guías no recomienda su realización
de forma rutinaria, pero si se debe realizar en los pacientes con NAC graves
que requieren ingreso hospitalario. También la determinación de crioaglutininas
esta indicada ante la sospecha de Mycoplasma pneumoniae
PCR (reacción en cadena de
la polimerasa). Se dispone de varias modalidades, que van desde la PCR convencional, la PCR
anidada, o la PCR multiplex, para la detección de varios patógenos al mimo tiempo,
a la más reciente PCR-RT (PCR en tiempo real). Permiten demostrar la presencia de agentes patógenos por medio de la
identificación de fragmentos de ADN específicos que se encuentran en muestras
de esputo, sangre, líquido pleural y orina. Aportan ventajas como la rapidez,
sensibilidad y la posibilidad de cuantificar la carga bacteriana. Se trata de
técnicas esencialmente indicadas en el campo de la investigación o de pacientes
graves.
TAC: Puede estar indicada para
controlar el derrame pleural, nódulos pulmonares o cavitación dentro de un
infiltrado pulmonar, y para evaluar una neoplasia subyacente.
Pleurocentesis y cultivo del
líquido pleural: Indicada en pacientes con derrame pleural.
Broncoscopia y cultivo de aspirado
endotraqueal, cepillado bronquial o lavado broncoalveolar: Esta indicada en pacientes
seleccionados, por ejemplo, aquellos con complicaciones, hipoxia persistente,
sin respuesta al tratamiento, o con absceso pulmonar, etc.
Biopsia abierta de pulmón: Se
puede realizar si no hay otro método que permita identificar un agente causal y
si el paciente continúa deteriorándose.
VALORACIÓN DEL
PRONÓSTICO
Una vez diagnosticado el paciente de NAC el
primer paso es descartar situaciones que definen una neumonía cómo de alto
riesgo y, por tanto, subsidiaria de ingreso hospitalario o ingreso en
unidades de cuidados intensivos.
El índice de severidad de la
neumonía es una escala pronóstica
que evalúa veinte factores, incluyendo la edad, la frecuencia respiratoria,
pulso, presión arterial y la temperatura, sumándose el total de puntos para
estratificar a los enfermos en 5 grupos según su riesgo de muerte. Las clases
de I a III tienen un riesgo de muerte bajo, del 0,1-2,8%, la clase IV tiene un
riesgo de muerte del 8,2-9,3% y la clase V un riesgo elevado, entre 27-30%.
Según esta escala, las clases I y II podrían ser tratadas de forma ambulatoria,
la clase III precisaría de un periodo de hospitalización en observación y las
clases IV y V precisarían un ingreso hospitalario.
Otra escala pronóstica
denominada CRB-65, simplificada de la anterior, sólo tiene en cuenta parámetros clínicos, siendo de más fácil aplicación en Atención Primaria. En ella se valora la existencia de confusión, frecuencia respiratoria
> 30 respiraciones por minuto, TAS < 90 mmHg o TAD ≤ 60 mmHg y edad ≥ 65
años, asignando a cada uno de estos parámetros 1 punto si estan presentes y 0 si estan ausentes. Los pacientes con un resultado de 0 puntos tienen muy bajo riesgo de muerte y mayoritariamente pueden ser
tratados de forma ambulatoria. En los pacientes con puntuación ≥ 1 debemos
considerar la necesidad de hospitalización. En caso de presentar 3 ó 4 puntos
el riesgo de muerte es elevado por lo que deben ser hospitalizados de forma
urgente.
No obstante, siempre debe tenerse presente que estas escalas pronosticas no sustituyen la valoración y el buen juicio clínico del médico.
No obstante, siempre debe tenerse presente que estas escalas pronosticas no sustituyen la valoración y el buen juicio clínico del médico.
VALORACIÓN DE LA
ETIOLOGIA
La diferenciación de la NAC en
típica o atípica, según la anamnesis, exploración física y la radiologia puede ayudar a sospechar el agente etiológico y decidir la mejor estrategia terapéutica.
NAC típica
El comienzo brusco con fiebre
elevada y escalofríos, tos productiva, disnea, dolor pleurítico, presencia
de herpes labial, y determinados hallazgos exploratorios como matidez a la
percusión, crepitantes, soplo bronquial, etc., junto con una radiología en la
que se detecta una condensación (raramente varias) homogénea y bien delimitada,
es la forma de presentación habitual del
neumococo, aunque otras bacterias piógenas se presentan de modo similar.
NAC atípica
Se presenta con un curso
insidioso, con febrícula sin escalofríos, mialgias, artralgias, disnea, tos con
expectoración escasa, sin dolor pleurítico y síntomas diversos extrapulmonares
(de origen digestivo, neurológico, etc.). Estos síntomas suelen coexistir con
una exploración física más anodina. En la radiologia es frecuente la
disociación clínico-radiológica, con mayor tendencia a la afectación multifocal, infiltrados múltiples, con predominio del patron de tipo
intersticial sobre el alveolar. Esta presentación suele ser más evidente en personas jóvenes. El
síndrome atípico es característico de infeccion por Mycoplasma pneumoniae, Chlamydia
psittacci, Chlamydia pneumoniae, Coxiella burnetti, y diversos virus respiratorios. Sin embargo en ocasiones estos patógenos pueden dar lugar a un
cuadro típico.
NAC con cuadro indeterminado.
Esta presentación indeterminada
no sería superponible al denominado síndrome mixto que algunos autores habían
considerado como característico de Legionella pneumophila. Hoy día se considera
que este patógeno tiende a adoptar una presentación típica con pocos rasgos
diferenciales con respecto al neumococo.
En la actualidad existe controversia sobre la utilidad real de la orientación etiológica inicial basada en los aspectos clínicoradiológicos. Para algunos expertos esta valoración confunde más que ayuda, recomendando la prescripción empírica de antibióticos, como los macrólidos, capaces en principio de cubrir las etiologías más habituales. Sin embargo para otros expertos esta clasificación, con algunas limitaciones, continua siendo de utilidad en Atención Primaria, donde son atendidos paciente con cuadros menos graves, relativamente jóvenes y sin enfermedades asociadas, situaciones en las que el espectro etiológico está restringido y la que esta clasificación ayuda a decidir la mejor estrategia terapéutica.
TRATAMIENTO
El tratamiento antimicrobiano del
paciente adulto con NAC está condicionado por la edad, situación clínica del
paciente, la sospecha etiológica del microorganismo implicado, y las tasas de resistencias locales a los antibioticos. Además del tratamiento antibiótico, se debe
indicar el abandono del tabaco en pacientes fumadores, beber abundantes líquidos,
reposo, antitérmicos si fiebre o analgésicos si existe dolor y no utilizar
rutinariamente antitusivos.
Elección empírica de antibióticos en adultos sin factores de riesgo tratados
ambulatoriamente
Las guías de consenso de la
American Thoracic Society / Sociedad de Enfermedades Infecciosas de Américana
(ATS / IDSA) recomiendan los macrólidos como
tratamiento de primera línea en pacientes previamente sanos que no
tienen riesgo de infecciones por germenes resistentes a los macrolidos y la doxiciclina se recomienda como
altenativa en pacientes alérgicos a los macrólidos.
Sin embargo, en nuestro medio, algunas sociedades cientificas como la SEPAR, Neumomadrid
y la Sociedad Madrileña de Microbiología Clínica, dada la alta
prevalencia S. pneumoniae resistente a
macrólidos y la escasa actividad de este grupo de antibióticos frente a H.
influenzae, recomiendan como fármaco de primera línea en personas menores de
65 años, Amoxicilina oral, 1 gramo cada ocho horas durante 8-10 días. Como
tratamiento alternativo recomiendan Amoxicilina mas un macrólido (Azitromicina
500 mg/día de 3-5 días o Claritromicina 500 mg/12 horas, 10 días) bien desde el
inicio o bien a las 48-72 horas de iniciado el primero si persiste la fiebre, o
tratamiento con Cefuroxima oral 500 mg cada 8-12 horas durante 10 dias. En
pacientes alérgicos a B-lactámicos recomiendan Levofloxacino, 500-750 mg/24 horas o
Moxifloxacino, 400 mg/24 horas, durante 7 días.
En pacientes con alta sospecha de
neumonía por gérmenes atípicos, se podría pautar inicialmente un macrólidos Claritromicina 500/12 horas 7-10 días o Azitromicina 500 mg/24 horas 3-5 días.
En las anteriores recomendaciones
de la SEPAR también se aconsejaba la telitromicina en monoterapia como fármaco
de primera línea. Sin embargo, este antibiótico ha caído en desuso,
especialmente por su toxicidad hepática y, por ello, se ha eliminado de la
lista de antibióticos recomendados.
En los pacientes de mayor edad
(>65 años), sería preciso utilizar amoxicilina/ácido clavulánico (875 mg/125
mg cada 8 horas o 2.000 mg /125 mg cada 12 horas) debido a la mayor
probabilidad de estar implicado H. influenzae.
Para los pacientes con
comorbilidades (por ejemplo, EPOC, Asma, Insuficiencia cardiaca, insuficiencia
hepática, enfermedad renal, diabetes mellitus, alcoholismo, enfermedades
malignas, asplenia, o estados de inmunosupresiosn) o con factores de riesgo de
infección resistente a la Amoxicilina, incluyendo el uso reciente de
antibióticos, se recomienda como primera elección una fluoroquinolona, como por
ejemplo, Levofloxacino (500-750 mg/24 horas) o Moxifloxacino (400 mg/24 horas),
7 días, o el tratamiento de combinado con amoxicilina/ácido clavulánico (875 mg/125
mg cada 8 horas o 2.000 mg /125 mg cada 12 horas) y un macrólido.
Elección empírica de antibióticos en pacientes adultos hospitalizados
En los pacientes que no requieren
tratamiento en la UCI, una fluoroquinolona, Levofloxacino (500-750 mg/24 horas)
o Moxifloxacino (400 mg/24 horas), durante 10-14 días, o un tratamiento combinado de Ceftriaxona o Cefotaxima con un macrólido (Claritromicina o
Azitromicina) se recomienda. Un estudio reciente sugiere que el nivel de
procalcitonina puede ayudar a guiar el tratamiento antibiótico y a reducir sustancialmente el uso de antibióticos en la NAC.
Para la mayoría de los pacientes
que requieren ingreso en UCI, se recomienda el tratamiento combinado de
Ceftriaxona, Cefotaxima o Cefepima con Levofloxacino, o como alternativa la
asociación de Ceftriaxona, Cefotaxima o Cefepima con un macrólido
(Claritromicina o Azitromicina). Si se sospecha o confirma infección por
Pseudomonas, se debe indicar un betalactámico antipseudomonas (piperacilina /
tazobactam) más una fluoroquinolona.
En los pacientes hospitalizados
tratados con antibióticos por vía intravenosa, estos puede ser cambiados a vía oral cuando el
paciente está hemodinámicamente estable, se encuentra clínicamente mejor, y es capaz de ingerir los faramacos.
Duración del tratamiento antibiótico
El tratamiento con antibióticos
debe ser de una duración mínima de 5 días. Los pacientes necesitan estar
afebriles durante 48 a
72 horas y clínicamente estables antes de interrumpir el tratamiento. La mayoría de los pacientes necesitan ser tratados
durante 7 a
10 días.
Seguimiento y valoración de la respuesta al tratamiento
Todo paciente con NAC debe ser
reevaluado clínicamente en 48-72 horas periodo en el que es esperable una mejoría. Cuando el tratamiento antibiótico inicial falla (se sospechará por la
persistente de la fiebre o empeoramiento de la situación ), se debe evaluar la
necesidad de ingreso hospitalario, la adecuación del tratamiento antibiótico, adherencia
al tratamiento, posible utilización de dosis infraterapéutica, la posibilidad de
patógenos atípicos o múltiples, complicaciones de la neumonía, o que no se
trate de una neumonía (neoplasia, TEP, vasculitis, neumonitis por fármacos,
hemorragia pulmonar, etc.).
La buena evolución clínica debe
confirmarse con la demostración de la desaparición de las lesiones radiológicas
que, en la mayoría de los pacientes sin enfermedad de base, se produce en un
plazo inferior a las 6 semanas (puede demorarse hasta 3 meses en ancianos y
afectos de enfermedad pulmonar) transcurridas las cuales debe descartarse la
presencia de patología obstructiva o de infecciones por patógenos no
habituales.
PRONOSTICO
Aunque el pronóstico de la NAC es
generalmente bueno para los pacientes tratados con los antibióticos adecuados, y la mediana de
tiempo en la que los pacientes experimentan mejoría es de alrededor de 2 a 3
días, entre un 10% y un 25% de los pacientes con NAC muestra una falta de
respuesta al tratamiento. En un metaanlisis reciente la tasa de mortalidad es de casi el 14%, alrededor del 5% en de los pacientes
hospitalizados y de más del 30% de los pacientes ingresados en cuidados
intensivo, siendo los factores asociados con un
mayor riesgo de mortalidad el sexo masculino, confusión, hipotermia, hipotensión sistólica, taquipnea, diabetes mellitus, enfermedad
neoplásica subyacente, enfermedad neurológica, bacteriemia, leucopenia y
radiográfia de torax con infiltrado pulmonar multilobar.
PREVENCION
Las medidas generales útiles para
la prevención de las neumonías en pacientes de riesgo incluyen la supresión del
tabaco y el alcohol, la fisioterapia respiratoria, favoreciendo de drenaje de
las secreciones bronquiales, la correcta higiene dental y el control de las
enfermedades predisponentes. Como medidas específicas se incluyen la
inmunización de pacientes con riesgo especial.
Vacuna anti neumocócica
Se dispone de vacuna polisacárida
polivalente frente a las enfermedades neumocócicas producidas por los serotipos
incluidos en la vacuna (VNP23), Pneumo-23®. Existen además las vacunas
antineumocócicas conjugadas (una heptavalente: Prevenar® 7; una 10 valente:
Synflorix® y otra 13 valente: Prevenar® 13), pero son de indicación exclusiva
para niños hasta los 2 ó 5 años de edad
La vacuna anti neumocócica polisacárida 23-valente
está indicada en:
- Personas ≥65 años.
- Personas entre 2 y 64 años con
algunos de los siguientes factores de riesgo:
- Enfermedad pulmonar o cardíaca crónica.
- Diabetes mellitus.
- Alcoholismo o hepatopatía crónica.
- Pérdidas de líquido cefalorraquídeo.
- Asplenia funcional o anatómica.
- Residencia en centros sociosanitarios.
- Infección por el virus de la inmunodeficiencia humana.
- Inmunodeficiencias congénitas.
- Linfomas, enfermedad de Hodgkin, leucemias, mieloma múltiple, etc.
- Neoplasias diseminadas.
- Síndrome nefrótico e insuficiencia renal.
- Tratamiento con inmunosupresores (incluyendo corticoides sistémicos).
- Trasplante de órgano sólido o de médula ósea.
Se administra una dosis única de
0,5 ml por vía subcutánea, siendo efectiva en el 75-90 % de los casos y
ofreciendo protección al menos durante 5 años, según la respuesta serológica
obtenida, menor en los pacientes inmunodeprimidos. No se recomienda la revacunación rutinaria de
todos los grupos de riesgo debido a las dudas con respecto al beneficio y la
seguridad clínica. Una segunda dosis se recomienda 5 años después de la primera
dosis en personas de 19 a
64 años con asplenia funcional o anatómica y para las personas con enfermedades
inmunodepresoras.
La vacuna anti neumocócica 13 valente –conjugada
esta indicada en:
Todos los niños en edades
comprendidas entre 6 semanas y 59 meses (4 años)
Especial énfasis en los
diagnosticados de:
- Anemia de células falciformes, otras hemoglobinopatías, asplenia congénita o adquirida, disfunción esplénica
- Infección por el virus de la inmunodeficiencia humana
- Situaciones de inmunodepresión (Inmunodeficiencias congénitas, Síndrome nefrótico e insuficiencia renal, Tratamiento inmunosupresor, incluyendo los trasplantes)
- Enfermedades crónicas (Cardíaca, pulmonar, pérdidas de líquido cefalorraquídeo, diabetes mellitus)
- Niños que acuden regularmente a guarderías
Vacuna antigripal
La vacunación antigripal se recomienda en:
- Niños y adolescentes con edades
comprendidas entre los 6 meses y los 18 años. Se debe hacer especial énfasis en
la vacunación de:
- Niños con edades comprendidas entre 6 y 59 meses.
- Niños con enfermedad respiratoria crónica (incluida el asma), cardiovascular (excluyendo la hipertensión), renal, hepática, cognitiva, neurológica, neuromuscular, o con trastornos hematológicos o metabólicos (incluida la diabetes).
- Inmunodeprimidos (incluidos infectados por VIH).
- Tratados durante largos períodos de tiempo con ácido acetilsalicílico (para evitar aparición de síndrome de Reye tras la infección viral).
- Residentes en centros sociosanitaros.
- Embarazadas en el segundo o
tercer trimestre del embarazo durante la estación gripal
- Personas con enfermedad
respiratoria (incluida asma) o cardiovascular crónica (excluyendo la
hipertensión), renal, hepática, cognitiva, neurológica/neuromuscular, o con
enfermedades hematológicas o metabólicas (incluida la diabetes)
- Inmunodeprimidos (incluidas las
causadas por fármacos y la infección por el virus de la inmunodeficiencia
humana)
- Personas que viven en residencias de ancianos, instituciones cerradas u otros centros de carácter sociosanitario
- Personal sanitario en contacto
con pacientes
- Contactos, convivientes
domésticos (incluidos niños y adolescentes) o cuidadores de niños menores de
cinco años (muy especialmente de los niños menores de 6 meses) o cuidadores de personas con
enfermedades con alto riesgo de empeorar o desarrollar complicaciones tras la
infección gripal
- Cualquier adulto que quiera
disminuir el riesgo de sufrir una gripe o de transmitírsela a otros
La vacuna antigripal tiene una
eficacia del 60-70 %. Su única contraindicación es la alergia a las proteínas
del huevo. La vacuna antineumococica y
antigripal pueden administrarse conjuntamente.
Vacuna frenete a H.
influenzae
La vacuna conjugada frente a H..
influenzae tipo b, sólo es beneficiosa en edad pediátrica, ya que la mayoría de
las infecciones respiratorias que se observan en adultos son producidas por
cepas no serotipables o no capsuladas de este microorganismo, frente a las que
esta vacuna ofrece escaso efecto protector.
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Wow.¡cuánta información sobre la neumonia!! mil gracias de parte de un estudiante de medicina :)
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