Vulvovaginitis en Atención Primaria: Actualización 2025.
INTRODUCCIÓN
La vulvovaginitis es una de las causas más frecuentes de consulta ginecológica en Atención Primaria. Se caracteriza por inflamación de la vulva y la vagina, acompañada de síntomas como prurito, ardor, dispareunia y flujo anormal. Su abordaje eficaz requiere un enfoque diagnóstico sistemático que considere causas infecciosas y no infecciosas, permitiendo un tratamiento racional y personalizado.
El proposito de este articulo es proporcionar a los médicos de familia una guía actualizada, práctica y basada en evidencia para el diagnóstico, tratamiento y prevención de la vulvovaginitis en el contexto de la Atención Primaria.
EPIDEMIOLOGÍA Y ETIOLOGÍA
La vulvovaginitis es el
diagnóstico ginecológico más frecuente en atención primaria. Se estima que en
EE.UU. 10 millones de mujeres acuden a las consultas del médico de familia por presentar
flujo vaginal.
En las mujeres en edad reproductiva, los estrógenos actúan sobre las células epiteliales de la mucosa vaginal, estimulando la producción de glucógeno. Este carbohidrato es metabolizado por las bacterias que normalmente colonizan la vagina, principalmente los lactobacilos, a ácido láctico y otros ácidos orgánicos de cadena corta, generando un medio ácido, con un pH que fluctúa entre 3,8 y 4,5, que inhibe el crecimiento y la adherencia a las paredes vaginales de bacterias y protozoarios potencialmente patógenos. Situaciones que alteran el medio ambiente vaginal y un aumento de su pH, como las duchas vaginales, menstruación, antibióticos, ciertos jabones, el estrés, el tabaco y el VIH aumenta las probabilidades de contraer infecciones vaginales.
Las vulvovaginitis infecciosas representan más del 90% de los casos y se asocian predominantemente con tres entidades clínicas:
- Candidiasis vulvovaginal: causada mayoritariamente por Candida albicans, afecta al 75% de las mujeres al menos una vez en la vida. Factores predisponentes incluyen uso reciente de antibióticos, diabetes mellitus mal controlada, embarazo y uso de anticonceptivos hormonales combinados.
- Vaginosis bacteriana (VB): resultado de un desequilibrio en la microbiota vaginal, con disminución de lactobacilos y proliferación de bacterias anaerobias (principalmente Gardnerella vaginalis). Es la causa más común de flujo vaginal en mujeres en edad fértil, aunque no se clasifica como infección de transmisión sexual (ITS).
- Tricomoniasis vaginal: ITS causada por el protozoo Trichomonas vaginalis. Tiene alta prevalencia en mujeres jóvenes sexualmente activas y se asocia a mayor riesgo de adquisición del VIH.
Causas no infecciosas incluyen:
- Dermatitis irritativas o alérgicas.
- Atrofia vaginal secundaria a déficit estrogénico en mujeres posmenopáusicas.
- Enfermedades dermatológicas vulvares (liquen escleroso, liquen plano, psoriasis).
- Cuerpos extraños (especialmente en población pediátrica o mujeres con trastornos cognitivos).
Finalmente, debemos tener
presente que el flujo vaginal no es especifico de vulvovaginitis y que la
leucorrea es un síntoma que acompaña a otros procesos, como la cervicitis, siendo los agentes patógenos más frecuentes
en esta localización la Chlamydia trachomatis y la Neisseria gonorrhoea, u
otras infecciones genitales como herpes simple, etc.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de la
vulvovaginitis se realiza a través de una adecuada anamnesis, exploración
física y toma de exudado vaginal.
Anamnesis
Se debe indagar sobre posibles factores
de riesgo, como son las duchas vaginales, la higiene deficiente o excesiva, el
tratamiento previo con antibióticos, utilización de DIU, o el uso de anticonceptivos
orales, la historia sexual con respecto al número de parejas, y los
antecedentes de enfermedades de transmisión sexual. La vaginitis infecciosa es
más común durante los años reproductivos, mientras que en la menopausia es más
frecuente la vaginitis atrófica. La candidiasis vulvovaginal es más frecuente
en las mujeres con diabetes o con VIH. Otros factores de riesgo más débiles son
el tabaquismo, y el embarazo.
Se debe indagar sobre las características
del flujo vaginal, olor, prurito, dispareunia y disuria, así como sobre la
ubicación de los síntomas (vulva, vagina y/o ano), la duración, la respuesta a
tratamientos previos, incluido auto-tratamientos.
La mayoría de las mujeres con
vaginosis bacteriana no presentan ningún síntoma, pudiendo ser diagnosticadas
en una exploración ginecológica o en la realización de una citología rutinaria. Cuando son
sintomáticas, el síntoma fundamental es la leucorrea blanco-grisácea,
adherente, maloliente, con un característico “olor a pescado”, que a menudo es
más evidente tras una relación sexual. No suele acompañarse de prurito,
dispareunia ni disuria.
Las pacientes con candidiasis
vulvovaginal con frecuencia presentan leucorrea blanca, grumosa, de aspecto caseoso, inodora,
y que se acompaña de prurito disuria y dispareunia. Tambien puede acompañarse
de eritema y tumefacción de la vulva. Los síntomas se suelen acentuar la semana
previa a la menstruación y disminuyen con el inicio del sangrado. Entre los factores
de riesgo destacan el uso reciente de antibióticos de amplio espectro, la diabetes
mellitus y la infección por VIH. Aunque la candidiasis vulvovaginal generalmente
no es una enfermedad de trasmisión sexual, ocasionalmente la pareja puede
presentar balanitis candidiasica en general de carácter leve.
La infección por Trichomonas
vaginalis, aunque frecuentemente es asintomática, puede presentarse con
leucorrea verde o amarillenta, espumosa, maloliente, prurito
vulvovaginal, dispareunia y disuria. Los síntomas suelen acrecentarse con la
menstruación. Es característico el "cérvix de fresa" y el eritema
vaginal.
La vaginitis atrófica es sugerida por una historia de la dispareunia, sequedad vaginal y disuria en una mujer posmenopáusica.
Hay que saber que, un ligero sangrado
vaginal puede ocurrir en las cervicitis, en la tricomoniasis, y también en la
vaginitis atrófica asociado con la sequedad vaginal.
La fiebre y dolor abdominal son
síntomas de presentación muy poco frecuente y generalmente están asociados con ETS
concomitantes.
Exploración física y pruebas complementarias (segun disponibilidad).
El examen físico consiste en la
inspección externa de los genitales y el examen interno con un espéculo y
tomando una muestra con un hisopo para:
- Determinación de pH vaginal: bajo (<4.5) en candidiasis; elevado (>4.5) en VB o trichomoniasis.
- Prueba de aminas (Whiff test): olor a pescado al mezclar flujo con KOH, positivo en VB.
- Microscopía en fresco: útil para identificar hifas, clue cells o trichomonas móviles.
- Test rápidos y PCR vaginal: recomendados en casos recurrentes, refractarios o en contextos de ITS.
La vaginosis bacteriana se diagnostica por la presencia de al menos tres de los criterios de Amsel: pH vaginal > 4.5, olor a pescado antes o después de instilarle KOH, células típicas (células epiteliales vaginales de aspecto granular característico, como rebozadas, al estar recubiertas de bacterias), tinción de Gram, y flujo vaginal adherente blanco).
La vulvovaginitis por Candida se
diagnostica, además de por las características clínica descritas, por un pH
ácido <4,5 y por la presencia de esporas y micelos en el examen directo con
suero salino o con KOH al 10%, que digiere las células epiteliales y deja sólo
las esporas y micelos.
La infección por Trichomonas
vaginalis se diagnostica por la visualización directa de Trichomonas y de leucocitos.
El pH es mayor de 4,5.
En general no es necesario
recurrir al cultivo de forma rutinaria, aunque es útil en casos recurrentes o
dudosos. También se dispone de pruebas de PCR
(Reacción en cadena de la polimerasa)
para el diagnóstico de certeza de la trichomoniasis o la Candida, pero
estas técnicas no se emplean habitualmente.
La vaginitis atrófica se suele
diagnosticar clínicamente basada en la historia y la evidencia de atrofia en el
examen (elasticidad menor, la sequedad, y un epitelio pálido, brillante y
friable.
TRATAMIENTO
El tratamiento debe ser etiológico y evitar el uso empírico reiterado sin confirmación diagnóstica:
Tabla 1.- Tratamiento empírico de las vulvovaginitis.
Patología | Tratamiento de elección |
---|---|
Candidiasis | Clotrimazol 500 mg óvulo vaginal dosis única o Fluconazol 150 mg VO dosis única |
Vaginosis Bacteriana | Metronidazol 500 mg VO c/12 h por 7 días o gel vaginal x 5 días |
Tricomoniasis | Metronidazol 2 g VO dosis única (tratar también a la pareja sexual) |
Atrofia vaginal | Estrógenos tópicos (estriol 0.5 mg/g crema vaginal, 2–3 veces/semana) |
Dermatitis vulvar | Identificación y eliminación del irritante, corticoides tópicos suaves |
El tratamiento de la
vulvovaginitis depende de su etiología, y
de si se trata de una primera presentación o episodios recurrentes.
Tratamiento de la vaginosis bacteriana
El
tratamiento de elección es el metronidazol, siendo igual de eficaz tanto por via tópica como por vía oral: Metronidazol gel
0,75%, 5 g intravaginal cada 24 horas durante 5 días, o Metronidazol 500 mg vía oral, cada
12 horas durante 7 días, o Metronidazol 750 mg vía oral, cada 24 h durante 7 días.
Sin embargo la administración intravaginal de metronidazol se asocia a menos efectos
secundarios. El metronidazol en dosis única oral tiene una menor eficacia y actualmente
no se recomienda en el tratamiento de la vaginosis bacteriana. La clindamicina vaginal (crema al
2%, 5g intravaginal antes de acostarse 7 días) es una alternativa en pacientes en
las que está contraindicado el tratamiento con metronidazol o en aquellas que no lo toleran. Entre los tratamientos de segunda
línea se consideran el tinidazol y la clindamicina oral. No se recomienda el tratamineto sistemático de la pareja sexual, a no ser que presente balanitis.
Para la infección persistente o
recurrente, se recomienda Metronidazol gel 0,75%, 2 veces/semana, durante 4-6
meses después de la finalización ciclo inicial. No obstante hay que advertir que la terapia
supresora ha demostrado reducir el riesgo de recurrencias, pero este beneficio
no suele persistir después de la interrupción del tratamiento.
No se aconseja el cribado de las mujeres embarazadas ni el tratamiento en mujeres asintomáticas. Las mujeres embarazadas sintomáticas
(la vaginosis bacteriana se sabe que
aumenta el riesgo de complicaciones del embarazo y ciertas complicaciones
neonatales) pueden ser tratadas con amoxicilina 500 mg via oral cada 8 h durante 7 dias. A partir del segundo trimestree puede utilizarse con seguridad Metronidazol oral, 500 mg/12 h durante 7 dias. También resultan una alternativa a la amoxicilina, la clindamicina
oral, 300 mg/12 h durante 7 días, o el Metronidadol o la clindamicina por via vaginal.
Es importante advertir a las pacientes
que deben evitar el consumo de alcohol durante el tratamiento con metronidazol
y tinidazol y en las 24 y 72 horas respectivamente después de recibir la última
dosis. Asimismo, hay que advertir que la crema de clindamicina puede debilitar
los condones y los diafragmas de látex durante 5 días después de su uso.
Tratamiento de la candidiasis vulvovaginal
Se dispone de varias opciones
terapéuticas, tanto por vía vaginal como por vía oral. Es importante distinguir
entre la vaginitis por Candida no complicada y la complicada, definida esta por
la presencia de candidiasis recurrente (más de 4 episodios al año), infección
por especies de candida distintas a la albicans, candidiasis en pacientes inmunodeprimidos,
como los diabéticos, HIV, etc.
Candidiasis no complicada
Los antifungicos imidazólicos tópicos son el tratamiento de elección: Clotrimazol 500 mg 1 comprimido vaginal dosis única, Clotrimazol
1% crema, 5 g intravaginal 7 días, Clotrimazol comprimidos vaginales de 100 mg durante 7 días,
Clotrimazol 100 mg 2 comprimidos vaginales 3 días, Miconazol 2% crema 5 g intravaginal 7 días y
Miconazol 100mg 1 óvulo día/ 7 días. Como tratamiento de segunda línea se
recomienda el Fluconazol oral (150 mg en dosis única). Es importante advertir
que los tratamientos tópicos y óvulos pueden debilitar los preservativos y
diafragmas de látex.
Candidiasis complicada
Además de un ciclo inicial con
antifungicos tópicos mas prolonagado (Clotrimazol 7-14 días) u orales (Fluconazol
oral 150 mg cada tres días con un total de 3 dosis (días 1, 4 y 7),
se debe pautar un tratamiento de mantenimiento, siendo de primera línea el
Fluconazol oral, 100 mg semanal, durante 6 meses. Como segunda
alternativa emplearemos Clotrimazol tópico 200 mg, 2 aplicaciones a la semana, o
Clotrimazol 500 mg óvulos, 1 aplicación semana. No obstante, es muy frecuente
las recurrencias una vez que el tratamiento de mantenimiento se suspende.
Si el paciente tiene diabetes
concomitante la mejora en el control glucémico también puede prevenir la
recurrencia.
Las mujeres embarazadas deben ser
tratadas, incluso aunque la candidiasis sea asintomática, con clotrimazol tópico durante 7 días, estando la vía oral contraindicada.
Tratamiento de la trichomoniasis
Los objetivos del tratamiento son
el alivio de los síntomas, la resolución de la infección microbiológica y la
reducción de la transmisión sexual.
El tratamiento de primera
elección es el metronidazol (2 g oral en dosis única) o el tinidazol (2 g oral en dosis única).
Este último tiene una vida media más larga y alcanza niveles más altos en el
tracto genitourinario. El tratamiento tópico no es tan efica y se cree que el
microorganismo puede colonizar la uretra y las glándulas asociadas y aunque el
tratamiento tópico podría aliviar los síntomas, es más eficaz la vía oral para
erradicar el germen.
Como se ha indicado anteriormente
el consumo de alcohol debe evitarse durante las 24 horas (Metronidazol) o 72
horas (Tinidazol) a la administración del tratamiento.
La pareja sexual de la mujer con trichomonas también debe ser tratada con una dosis de 2 g de Metronidazol, debiendose recomendar evitar las relaciones sexuales hasta que la mujer y su pareja se curen o mantenerlas utilizando preservativo.
Si el tratamiento con Metronidazol
en dosis única fracasa y se excluye la reinfección, se recomienda Metronidazol
500 mg oral/12h durante 7 días o Tinidazol 2 g en dosis única.
En las mujeres embarazadas debe valorarse
los riesgos y beneficios del tratamiento con Metronidazol (2 g en dosis única),
categoría B según la FDA. Algunos autores recomiendan retrasar el tratamiento
hasta después del primer trimestre o utilizar clotrimazol via topica (eficaz solo en el 20% de los casos).
Tratamiento de la vaginitis atrófica
Si los síntomas de la vaginitis son
leves, la dispareunia puede ser tratada con un lubricante vaginal hidrosoluble
durante la relación sexual. No se debe usar vaselina, aceite de vaselina ni
otros aceites, ya que pueden aumentar la probabilidad de infección y pueden
dañar los condones de látex o los diafragmas.
Si la medida anterior no resulta
eficaz, los estrógenos tópicos intravaginales son el tratamiento de elección.
Se dispone de preparados en forma de crema,
tableta, supositorio o anillo, que se colocan directamente dentro de la vagina.
Estos medicamentos liberan estrógeno directamente a los tejidos vaginales y
sólo un poco es absorbido hacia el torrente sanguíneo: Promestrieno
(Colpotrofin crema vaginal 1% una
aplicación por la noche) o Estriol (Ovestinon, 1 ovulo de 0,5 mg, o crema
vaginal 0,1%, una aplicación dos veces en semana). Si también se presentan sofocos u
otros síntomas de menopausia, se puede administrar estrógeno por medio de un
parche cutáneo, o por vía oral.
PREVENCION
Prevención primaria
Se debe recomendar evitar las
duchas vaginales y el lavado con sustancias irritantes como jabones fuertes.
Los preservativos pueden ayudar a prevenir la propagación de la infección. Algunos
expertos recomiendan suplementos de Lactobacillus acidophilus en la dieta para
prevenir la recurrencia de vaginitis infecciosas.
El cribado periódico de vaginitis por Trichomonas vaginalis se debe considerar en mujeres de alto riesgo de infección (como por ejemplo prostitutas, parejas múltiples, antecedentes de ETS, adictas a drogas vía parenteral). Sin embargo, el cribado de la vaginosis bacteriana y de la candidiasis no se recomienda.
Prevención secundaria
Las parejas de pacientes con
Trichomonas vaginalis deben ser tratadas y realizárseles el cribado de otras
ETS. Se debe recomendar a las pacientes que eviten las relaciones sexuales
hasta que ella y su pareja se curan, o que al menos utilicen preservativo.
La candidiasis vulvovaginal no se
adquiere generalmente mediante las relaciones sexuales y el tratamiento de la
pareja no se recomienda, pero este debe ser valorado en mujeres que tienen
infecciones recurrentes. Si la pareja masculina presenta síntomas, como por
ejemplo irritación del glande, estos pueden ser tratados con agentes
imizadolicos tópicos.
En la vaginosis bacteriana, el
tratamiento de la pareja no se recomienda.
CONCLUSIONES
La vulvovaginitis constituye una entidad clínica frecuente que puede manejarse eficazmente en Atención Primaria mediante una correcta anamnesis, exploración física y pruebas simples disponibles en consulta. La individualización del tratamiento y la educación sanitaria son claves para reducir las recurrencias. El uso indiscriminado de antifúngicos o antibióticos sin diagnóstico certero debe evitarse por sus implicaciones en la salud vaginal y el desarrollo de resistencias.
Bibliografía recomendada
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- Donders G, Sziller IO, Paavonen J, Hay P, de Seta F, Bohbot JM, Kotarski J, Vives JA, Szabo B, Cepuliené R, Mendling W. Management of recurrent vulvovaginal candidosis: Narrative review of the literature and European expert panel opinion. Front Cell Infect Microbiol. 2022 Sep 9;12:934353. doi: 10.3389/fcimb.2022.934353. PMID: 36159646; PMCID: PMC9504472.
- Brotman RM. Vaginal microbiome and sexually transmitted infections: an epidemiologic perspective. J Clin Invest. 2011;121(12):4610–4617. https://doi.org/10.1172/JCI57172
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