Manejo de la hipertensión arterial en pacientes diabéticos

La hipertensión arterial (HTA) y la diabetes mellitus tipo 2 (DM2) constituyen dos de los problemas de salud más prevalentes en atención primaria y, cuando coexisten, su efecto sinérgico sobre el riesgo cardiovascular y renal multiplica las complicaciones. Se estima que más del 60% de los pacientes con DM2 desarrollan hipertensión a lo largo de su evolución, lo que convierte al control de la presión arterial en un pilar fundamental del abordaje integral de la diabetes.

Ambas entidades comparten mecanismos fisiopatológicos como la resistencia a la insulina, la inflamación crónica de bajo grado, la disfunción endotelial y la activación persistente del sistema renina-angiotensina-aldosterona (SRAA), lo que facilita la progresión hacia el daño de órganos diana, que se traduce en un mayor riesgo de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, insuficiencia renal crónica y mortalidad prematura.

En este contexto, el médico de familia desempeña un papel esencial no solo en la detección precoz y el diagnóstico oportuno de la hipertensión, sino también en la implementación de estrategias terapéuticas efectivas. La toma de decisiones debe considerar las recomendaciones de las principales guías clínicas, pero también adaptarse al contexto clínico y social del paciente, promoviendo un enfoque personalizado y realista.

Este artículo tiene como objetivo ofrecer una guía práctica y actualizada sobre el manejo de la hipertensión en pacientes con diabetes, integrando la mejor evidencia disponible con herramientas útiles para la consulta diaria. A lo largo del texto se abordarán aspectos clave como los objetivos tensionales según riesgo, la selección de fármacos en función de comorbilidades, el abordaje no farmacológico y el seguimiento estructurado, incluyendo ejemplos clínicos ilustrativos. 

EPIDEMIOLOGÍA Y FISIOPATOLOGÍA  

Epidemiología: una coexistencia frecuente y peligrosa

La HTA es hasta dos veces más prevalente en personas con DM2 que en la población general. Se estima que entre un 60–80% de los pacientes diabéticos presentan cifras tensionales elevadas en algún momento de su evolución, y que aproximadamente un 40% ya son hipertensos en el momento del diagnóstico de DM2.

Esta alta prevalencia se debe en parte a la asociación con otros factores de riesgo cardiovascular como la obesidad , el síndrome metabólico y la inactividad física, elementos comunes en la génesis de ambas patologías. Además, la coexistencia de HTA y DM2 multiplica el riesgo de complicaciones macrovasculares (infarto de miocardio, ictus) y microvasculares (nefropatía, retinopatía, neuropatía), duplicando la tasa de eventos cardiovasculares y triplicando el riesgo de enfermedad renal .

Desde el punto de vista de salud publica, esta comorbilidad representa una carga considerable para los sistemas sanitarios y un desafío clínico en términos de prevención secundaria, manejo terapéutico y seguimiento, especialmente en el ámbito de la atención primaria.

Fisiopatología: mecanismos interrelacionados

La asociación entre hipertensión y diabetes es más que una simple coexistencia estadística. Ambos procesos comparten una fisiopatología con múltiples puntos de interacción que favorecen la progresión del daño vascular y renal (Figura 1):


Figura 1.- HTA y Diabetes Mellitus

a) Resistencia a la insulina
Es uno de los nexos fisiopatológicos clave. La hiperinsulinemia compensatoria promueve la reabsorción de sodio en túbulos renales, estimula la actividad simpática y favorece la hipertrofia vascular, lo que contribuye al aumento sostenido de la presión arterial.

b) Disfunción endotelial
La hiperglucemia crónica y la inflamación subclínica deterioran la producción de óxido nítrico, reduciendo la vasodilatación dependiente del endotelio y facilitando la vasoconstricción, la agregación plaquetaria y el estrés oxidativo. Esto genera un entorno proaterogénico y proinflamatorio que amplifica el daño cardiovascular.

c) Activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona (SRAA)
En los pacientes con DM2 existe una activación crónica del SRAA, que contribuye a la retención de sodio, la remodelación vascular y la fibrosis miocárdica y renal. Este mecanismo justifica el uso preferente de fármacos bloqueadores del sistema renina-aldosterona (IECA o ARA II) como primera línea en la mayoría de las guías.

d) Rigidez arterial y envejecimiento vascular acelerado
Los pacientes diabéticos suelen presentar un envejecimiento vascular prematuro, con incremento de la rigidez arterial, aumento de la presión de pulso y deterioro de la autorregulación renal. Esto se asocia a una mayor prevalencia de patrones de HTA sistólica aislada y de disautonomía cardiovascular.

e) Microalbuminuria y deterioro de la función renal
La presencia de microalbuminuria es un marcador temprano de daño endotelial y predice tanto progresión a nefropatía diabética como riesgo cardiovascular global. Además, la pérdida de función renal limita las opciones terapéuticas y exige un control más estricto de la presión arterial.

Implicaciones clínicas

Entender estos mecanismos permite al médico de familia adoptar un enfoque fisiopatológico en la elección de las estrategias terapéuticas. No se trata solo de alcanzar cifras objetivo de presión arterial, sino de interrumpir activamente la cascada de daño vascular y renal, reduciendo el riesgo futuro del paciente. Esta perspectiva también justifica la necesidad de intervenciones precoces y combinadas, tanto farmacológicas como no farmacológicas, en el abordaje de la hipertensión en el paciente diabético .

OBJETIVOS DE PRESIÓN ARTERIAL   

El establecimiento de objetivos terapéuticos claros es esencial en el manejo de la hipertensión arterial en pacientes con DM2, especialmente por su elevada carga de riesgo cardiovascular y renal. Las principales guías clínicas coinciden en recomendar un control tensional más estricto que en la población general, pero con matices según edad, presencia de daño de órgano diana y tolerancia individual al tratamiento.

Umbrales para diagnóstico de HTA en diabéticos

No existen criterios distintos para el diagnóstico de HTA en pacientes con diabetes respecto a la población general. Se sigue considerando hipertensión cuando la presión arterial sistólica (PAS) es ≥140 mmHg y/o la presión arterial diastólica (PAD) ≥90 mmHg, en consulta. Sin embargo, es común la indicación de medidas ambulatorias (AMPA/MAPA) para confirmar el diagnóstico debido a la frecuente variabilidad tensional en estos pacientes.

Objetivos terapéuticos recomendados

Las guías más relevantes ofrecen ligeras variaciones, especialmente en cuanto al umbral inferior aceptable para evitar eventos adversos por hipotensión, como caídas o deterioro renal. A continuación, se presenta una tabla comparativa de los objetivos de presión arterial recomendados por las principales guías para pacientes con DM2:

Tabla 1. Comparativa de objetivos de presión arterial en pacientes diabéticos según guías clínicas
Guía Objetivo PAS (mmHg)
Objetivo PAD (mmHg)
Consideraciones adicionales
ADA 2024<140 (general) <130 si riesgo CV alto y bien tolerado<90Evitar PAS <120 mmHg. Individualizar en ancianos o polimedicados
ESC/ESH 2023<140, ideal <130 si <65 años<80Evitar PAS <120 en mayores de 65 años. En ERC, preferible <130/80
KDIGO 2021<120 (si MAPA disponible y bien tolerado)No específica (implícita <80)Requiere PA automatizada estandarizada. Enfocado en protección renal

Individualización del tratamiento

En pacientes jóvenes (<65 años) con buen estado funcional, se puede plantear un objetivo de TA <130/80 mmHg, si se tolera sin efectos adversos.

En pacientes mayores o frágiles, se prioriza la seguridad. Se recomienda un control menos estricto (p. ej., <140/90 mmHg) evitando hipotensión ortostática o deterioro cognitivo.

En presencia de albuminuria o enfermedad renal crónica (ERC), se debe intensificar el tratamiento para alcanzar objetivos <130/80 mmHg, utilizando fármacos con efecto nefroprotector.

La monitorización ambulatoria (AMPA o MAPA) es especialmente útil para ajustar objetivos y evaluar patrón de HTA nocturna o enmascarada, frecuentes en DM2.

¿Qué cifras de tensión arterial se consideran demasiado bajas?

Diversos estudios como ACCORD BP y SPRINT han generado controversia respecto a la intensidad del control tensional en diabéticos. Aunque una PAS <120 mmHg puede reducir el riesgo de ictus, también se asocia a mayor incidencia de efectos adversos (hipotensión, síncope, disfunción renal). Por tanto, se recomienda aplicar un enfoque balanceado y centrado en el paciente, priorizando la tolerancia clínica y evitando alcanzar cifras muy bajas sin beneficio adicional.

EVALUACIÓN CLÍNICA INICIAL  

La valoración inicial del paciente con DM2 e HTA debe ser rigurosa y multifactorial, ya que de ella depende la correcta estratificación del riesgo, la elección del tratamiento y la detección de complicaciones subyacentes. En atención primaria, esta evaluación puede realizarse de forma escalonada y eficiente si se siguen algunos principios clave.

Historia clínica dirigida

Debe centrarse en identificar:
  • Tiempo de evolución de la diabetes y de la hipertensión.
  • Presencia de síntomas de daño de órgano diana: disnea, angina, claudicación, visión borrosa, edemas, deterioro cognitivo.
  • Comorbilidades relevantes: dislipemia, enfermedad renal crónica (ERC), enfermedad cardiovascular establecida, obesidad, apnea del sueño.
  • Estilo de vida: dieta, actividad física, consumo de alcohol, tabaco, adherencia terapéutica.
  • Medicación actual y posibles interacciones o causas de HTA secundaria (AINES, corticoides, anticonceptivos, descongestivos nasales, etc.).

Medición correcta de la presión arterial

La medición de la presión arterial (PA) en consulta debe cumplir criterios estandarizados para garantizar su validez:
  • El paciente debe estar en reposo 5 minutos, sentado, con el brazo apoyado a la altura del corazón.
  • Tomar al menos dos mediciones separadas por 1-2 minutos y registrar el promedio.
  • Usar manguito adecuado al tamaño del brazo.
  • Medir en ambos brazos al menos una vez (considerar el valor más alto).
  • Evaluar hipotensión ortostática si hay síntomas o en ancianos: medir PA de pie a los 1 y 3 minutos tras ponerse de pie.
  • Siempre que sea posible, complementar con AMPA o MAPA  de 24 h, especialmente ante sospecha de HTA de bata blanca, HTA enmascarada o patrón no dipper nocturno.

Evaluación de daño de órgano diana

Detectar precozmente el daño de órganos diana (DOD) permite modificar el pronóstico y orientar la intensidad del tratamiento:
  • Cardiovascular: ECG (hipertrofia ventricular izquierda, arritmias); considerar ecocardiograma si sospecha de disfunción sistólica o hipertrofia significativa.
  • Renal: creatinina, tasa de filtrado glomerular (eGFR), cociente albúmina/creatinina en orina (preferible en muestra matutina aislada).
  • Ocular: fondo de ojo (mínimo anual) para despistaje de retinopatía diabética e hipertensiva.
  • Neurológico: valoración del estado cognitivo si hay sospechas, especialmente en mayores de 70 años.

Estratificación del riesgo cardiovascular global

Se recomienda estratificar el riesgo cardiovascular utilizando escalas validadas, como SCORE2-Diabetes, que considera factores específicos de la DM2. También es útil:
  • Determinar presencia de enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECVA) establecida: antecedente de ictus, infarto, arteriopatía periférica.
  • Evaluar criterios de riesgo muy alto: DM de larga evolución (>10 años), múltiples factores de riesgo, albuminuria, DOD.
Esta estratificación orientará el objetivo tensional personalizado, el tipo de intervención (farmacológica o combinada) y la intensidad del seguimiento.

Pruebas de laboratorio básicas recomendadas

PruebaObjetivo principal
Glucemia en ayunasControl metabólico
HbA1cEvaluación del control glucémico a medio plazo
Perfil lipídico completoRiesgo cardiovascular asociado
Creatinina y FGFunción renal
Albúmina/creatinina orinaDetección precoz de nefropatía diabética
Iones (Na, K)Evaluar función renal, riesgo de efectos adversos por fármacos

TRATAMIENTO NO FARMACOLÓGICO  

El abordaje no farmacológico es un componente esencial e ineludible en el manejo de la HTA en pacientes con DM2. No solo potencia el efecto de los fármacos antihipertensivos, sino que también mejora el control glucémico, lipídico y del peso, contribuyendo al abordaje integral del riesgo cardiovascular. En atención primaria, estas intervenciones pueden ser implementadas de forma progresiva, realista y adaptada al perfil de cada paciente.

Restricción de sodio y pautas dietéticas

Se recomienda una ingesta de sodio <2,3 g/día (equivalente a <6 g de sal/día), siendo lo ideal <1,5 g/día en pacientes con HTA y DM2.

La reducción del consumo de alimentos ultraprocesados, embutidos, quesos curados, panes industriales y comidas preparadas es más efectiva que la simple supresión del salero.

La dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension) y la dieta mediterránea son las más respaldadas por la evidencia. Ambas promueven un alto consumo de frutas, verduras, legumbres, frutos secos, aceite de oliva, cereales integrales y pescado, y bajo contenido de grasas saturadas y azúcares refinados.

En pacientes con enfermedad renal, es necesario ajustar el contenido proteico y de potasio de forma individualizada.

Pérdida de peso y control del índice de masa corporal

La pérdida de peso del 5–10% del peso corporal inicial se asocia a descensos significativos de la presión arterial y mejoría del control metabólico.

El objetivo general es mantener un IMC <25–27 kg/m², aunque en algunos pacientes obesos puede aceptarse un IMC <30 como meta inicial.

Se debe promover una estrategia gradual, sostenida y supervisada, que combine dieta hipocalórica moderada, ejercicio físico y apoyo conductual.

Ejercicio físico regular

Se recomienda un mínimo de 150 minutos semanales de actividad aeróbica moderada (caminar, nadar, bicicleta), repartidos en al menos 3–5 días por semana.

Idealmente se combinará con ejercicios de resistencia muscular 2 días a la semana, que contribuyen a la mejora de la sensibilidad a la insulina y a la función endotelial.

Se debe adaptar el tipo de actividad a la edad, condición física y presencia de complicaciones (retinopatía, neuropatía, enfermedad cardiovascular).

Antes de iniciar programas intensivos de ejercicio, especialmente en mayores de 50 años o con síntomas, debe descartarse cardiopatía silente mediante ECG y, si se sospecha, pruebas complementarias.

Reducción del consumo de alcohol y abandono del tabaco

El consumo excesivo de alcohol (>14 unidades/semana en hombres, >7 en mujeres) incrementa la presión arterial y dificulta el control glucémico.

En pacientes hipertensos y diabéticos, se recomienda evitar el alcohol o mantenerlo por debajo del umbral de riesgo.

El abandono del tabaco es una intervención prioritaria: reduce el riesgo cardiovascular, mejora la función endotelial y potencia el efecto de los tratamientos antihipertensivos.

Control del estrés y del sueño

El estrés crónico activa el sistema simpático y eleva los niveles de cortisol, contribuyendo a la HTA resistente.

Técnicas de relajación, meditación, respiración diafragmática o terapia cognitivo-conductual pueden tener beneficios significativos.

Es fundamental detectar y tratar alteraciones del sueño, en especial apnea obstructiva del sueño, frecuente en pacientes con obesidad, HTA resistente y DM2.

Intervenciones estructuradas desde atención primaria

Se dispone de estudios que respaldan que programas multidisciplinares que combinan educación, seguimiento, intervención dietética y actividad física obtienen mayores tasas de control tensional y metabólico.

El uso de tecnologías de apoyo (APPs, tensiómetros digitales, seguimiento AMPA con plantillas) también ha demostrado que facilita la implicación del paciente en su propio autocuidado.

Se recomienda incluir al paciente en un plan de cambio de estilo de vida personalizado, registrando objetivos, barreras y progresos en la historia clínica electrónica.

TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO 

El tratamiento farmacológico de la HTA con DM2 debe orientarse no solo a alcanzar objetivos de cifras tensionales, sino también a prevenir complicaciones cardiovasculares y renales. La elección del fármaco debe individualizarse según comorbilidades, edad, riesgo cardiovascular y tolerancia. En la mayoría de los pacientes diabéticos hipertensos se requiere tratamiento combinado desde el inicio, dada la alta carga de riesgo y la escasa probabilidad de lograr el control con monoterapia.

Fármacos de primera línea

Las principales guías coinciden en que el tratamiento inicial debe incluir un IECA o ARA II, combinados con un calcioantagonista o un diurético tiazídico/tiazida-like.

a) IECA o ARA II

  • Son la piedra angular del tratamiento en pacientes con diabetes.
  • Tienen efecto nefroprotector (reducen proteinuria, enlentecen progresión de nefropatía) y cardioprotector.
  • Se recomienda no combinarlos entre sí, por riesgo de hiperpotasemia y deterioro de la función renal.
  • Indicados especialmente si hay microalbuminuria, proteinuria, hipertrofia ventricular izquierda o enfermedad cardiovascular establecida.

b) Calcioantagonistas (amlodipino, lercanidipino)

  • Eficaces para controlar la presión arterial, incluso en presencia de rigidez arterial.
  • Especialmente útiles si hay HTA sistólica aislada. Requieren vigilancia de edema (ajustar dosis).
  • Buena tolerancia metabólica.

c) Diuréticos tiazídicos y tiazida-like (indapamida, clortalidona)

  • Útiles en pacientes con sobrepeso, HTA de difícil control o retención de líquidos.
  • Pueden afectar el metabolismo de la glucosa, pero su beneficio cardiovascular supera este efecto.

Fármacos de segunda línea y combinaciones

a) Betabloqueantes (BB)

  • No se recomiendan como primera línea en ausencia de una indicación específica como:
    • Cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca con fracción de eyección reducida (ICFEr) o taquiarritmias.
  • Algunos BB como carvedilol y nebivolol tienen mejor perfil metabólico.

b) Antagonistas de la aldosterona (espironolactona, eplerenona)

  • Indicación principal: HTA resistente (no control con ≥3 fármacos incluyendo un diurético).
  • Requieren vigilancia de potasio y función renal, especialmente en ERC.

c) Combinaciones fijas versus combinaciones libres

  • Las combinaciones a dosis fijas (ej. perindopril/indapamida, valsartán/amlodipino/HCT) mejoran la adherencia y permiten simplificar esquemas.
  • Deben preferirse en pacientes polimedicados o con mala adherencia.

d) Inicio precoz de terapia combinada

  • Si la presión arterial inicial es ≥200/100 mmHg por encima del objetivo, se recomienda iniciar con combinación doble desde el primer día.
  • En pacientes con DM2, suele ser necesario a medio plazo una triple terapia, salvo en casos muy leves o pacientes muy ancianos.

Consideraciones especiales

a) Nefropatía diabética y proteinuria

  • Se debe priorizar el uso de IECA o ARA II, incluso si la PA está bien controlada, por su efecto antiproteinúrico.
  • El objetivo tensional en estos pacientes debe ser <130/80 mmHg.
  • Considerar SGLT2i (empagliflozina, dapagliflozina) como complemento: beneficios renales y cardiovasculares, aunque no se utilizan como antihipertensivos primarios.

b) Enfermedad cardiovascular establecida

  • Si hay antecedentes de infarto, arteriopatía periférica o ictus, se debe incluir BB o antagonista de la aldosterona según el caso.
  • Se priorizan combinaciones que reduzcan eventos cardiovasculares: IECA/ARA II + calcioantagonista o tiazida-like.

c) Ancianos y pacientes frágiles

  • Usar dosis bajas inicialmente, vigilancia de efectos adversos.
  • Valorar riesgo de hipotensión ortostática y deterioro cognitivo.
  • Objetivos menos estrictos: PAS <140–150 mmHg si se tolera.

Recomendaciones prácticas para la prescripción inicial

Situación clínicaEsquema recomendado inicial
DM2 sin comorbilidadesIECA o ARA II + calcioantagonista +- HCT
Albuminuria o nefropatíaIECA o ARA II (inicio y mantenimiento prioritario)
HTA resistente (≥3 fármacos)Añadir espironolactona, evaluar MAPA
DM2 + cardiopatía isquémicaIECA/ARA II + BB (carvedilol o nebivolol)
DM2 + insuficiencia cardiaca (ICFEr)BB + IECA/ARA II + antagonista de aldosterona
Mal control con buena adherenciaConsiderar triple terapia o combinaciones fijas

SEGUIMIENTO Y AJUSTES TERAPÉUTICOS   

El seguimiento estructurado del paciente diabético con hipertensión es crucial para garantizar el control sostenido de la presión arterial, detectar precozmente efectos adversos y adaptar el tratamiento en función de la evolución clínica. La continuidad asistencial desde atención primaria permite aplicar un enfoque dinámico, centrado en el paciente y orientado a resultados a medio-largo plazo.

Frecuencia de seguimiento

La periodicidad del control debe individualizarse, pero pueden establecerse recomendaciones generales:

Situación clínicaFrecuencia recomendada de revisión en consulta
Inicio o cambio de tratamientoCada 2–4 semanas hasta lograr control estable
Paciente con buen control estableCada 3–6 meses
HTA resistente o con daño de órgano dianaCada 1–2 meses
Control mediante AMPA/MAPAEvaluar resultados cada 3–6 meses

Evaluación de adherencia y técnica

Uno de los motivos más frecuentes de mal control tensional es la falta de adherencia, que puede ser involuntaria (olvidos, confusión por polimedicación) o deliberada (temor a efectos adversos, escepticismo).

Estrategias prácticas:

  • Preguntar de forma empática y directa (“¿Cuántas dosis cree que ha podido omitir esta semana?”).
  • Revisar el número de comprimidos restantes en la caja.
  • Valorar el uso de combinaciones a dosis fija para reducir número de tomas.
  • Instruir en la toma adecuada: horarios, relación con alimentos, evitar duplicidades.

Monitorización de parámetros clave

  • Presión arterial en consulta y en domicilio (AMPA) si hay discrepancias o sospecha de HTA enmascarada.
  • Función renal (creatinina, eGFR) y electrolitos (K, Na) especialmente si se usan IECA/ARA II, espironolactona o diuréticos.
  • Albuminuria/proteinuria: seguimiento anual o semestral según situación clínica.
  • Control de glucemia y perfil lipídico, que condicionan el riesgo global y pueden requerir ajuste de tratamiento integral.

Evaluación de efectos adversos

Los principales efectos adversos que pueden aparecer durante el tratamiento son:

FármacoEfectos adversos frecuentes
IECA/ARA IITos seca (IECA), hiperpotasemia, deterioro renal
Diuréticos tiazídicosHipopotasemia, hiponatremia, hiperglucemia leve
CalcioantagonistasEdema maleolar, cefalea, rubefacción
BB no selectivosBradicardia, fatiga, disfunción eréctil
EspironolactonaGinecomastia, hiperpotasemia, acidosis tubular leve

Estrategia ante hipertensión resistente

Se define como HTA resistente cuando las cifras de PA se mantienen por encima de objetivo a pesar del uso de ≥3 fármacos a dosis plenas, incluyendo un diurético, con buena adherencia confirmada.

Pasos prácticos a seguir:

  • Confirmar adherencia y técnica adecuada.
  • Descartar HTA secundaria (apnea del sueño, fármacos, hiperaldoesteronismo, estenosis de arteria renal).
  • Solicitar MAPA 24 h para excluir HTA de bata blanca.
  • Añadir espironolactona 25 mg/día como cuarto fármaco (si eGFR >45 y K <4.5).
  • En casos seleccionados, valorar derivación a nefrología o unidad especializada.

Educación del paciente y autocontrol

  • Enseñar al paciente a medirse correctamente la PA en casa (AMPA), registrarla en un cuaderno o app y traer los resultados a consulta.
  • Promover la comprensión del objetivo tensional individualizado y su impacto en salud cardiovascular y renal.
  • Fomentar decisiones compartidas para mejorar adherencia, satisfacción y autonomía.

CASOS CLÍNICOS ILUSTRATIVOS   

Los siguientes casos clínicos resumen escenarios frecuentes en la práctica del médico de familia, integrando los principios de diagnóstico, tratamiento y seguimiento del paciente con diabetes mellitus tipo 2 (DM2) e hipertensión arterial (HTA).

Caso 1. Varón joven con HTA leve en debut diabético

Datos clínicos:

Varón de 48 años, IMC 30 kg/m², sedentario, sin antecedentes personales ni familiares relevantes. En revisión por glucemia elevada se diagnostica DM2 (HbA1c 7,3%). 
Presión arterial en consulta: 146/92 mmHg en repetidas ocasiones. AMPA: promedio 142/88 mmHg. Función renal normal, sin albuminuria.

Interpretación

HTA grado 1 en paciente joven con DM2 recién diagnosticada, sin daño de órgano diana. Riesgo cardiovascular moderado.

Manejo

Iniciar medidas no farmacológicas (dieta mediterránea, pérdida de peso, actividad física). Se inicia combinación a dosis baja de IECA + calcioantagonista (ramipril 5 mg + amlodipino 5 mg). Educación sobre AMPA y cambios en estilo de vida. Seguimiento a 4 semanas: Buen control (AMPA 128/78), buena tolerancia.

Caso 2. Paciente mayor con ERC y enfermedad cardiovascular

Datos clínicos

Mujer de 72 años, DM2 de 15 años de evolución, antecedentes de IAM hace 3 años y ERC estadio 3a (eGFR 52 ml/min). AMPA: promedio 150/86 mmHg con IECA en monoterapia (enalapril 20 mg).Albuminuria persistente (ACR 120 mg/g). IMC 27 kg/m².

Interpretación

HTA no controlada con alto riesgo cardiovascular y daño renal. Precisa intensificación del tratamiento.

Manejo

Añadir indapamida (preferible a hidroclorotiazida por mayor eficacia en ERC leve-moderada). 
Se mantiene IECA por beneficio renal y cardiovascular. Educación para autocontrol de PA. 
A las 8 semanas, se alcanza PA objetivo (<130/80 mmHg). Se documenta reducción de ACR.

Caso 3. Mujer con obesidad e hipertensión resistente

Datos clínicos

Mujer de 59 años, DM2 mal controlada (HbA1c 8,2%), IMC 35 kg/m², SAOS tratada con CPAP. PA en consulta: 154/94 mmHg. AMPA: 150/90 mmHg. En tratamiento con losartán 100 mg, amlodipino 10 mg, indapamida 1,5 mg. K: 4,2 mmol/L, eGFR: 68 ml/min.

Interpretación

HTA resistente con triple tratamiento adecuado. Buena adherencia, sin causas secundarias identificadas.

Manejo

Añadir espironolactona 25 mg/día, con seguimiento estrecho de potasio y función renal. 
Derivar a nutrición para manejo intensivo de peso. Reforzar cumplimiento del tratamiento con CPAP. A las 6 semanas: PA controlada (AMPA 132/82), sin hiperpotasemia ni deterioro renal.

CONCLUSIONES Y MENSAJES CLAVE  

Resumen de hallazgos clave

  • La hipertensión arterial (HTA) es altamente prevalente en pacientes con diabetes tipo 2 (DM2), y su coexistencia potencia exponencialmente el riesgo de enfermedad cardiovascular, nefropatía y mortalidad.
  • El abordaje debe ser integral y precoz, combinando medidas no farmacológicas (dieta, ejercicio, control del peso, cesación tabáquica) con tratamiento farmacológico escalonado.
  • El objetivo tensional general en la mayoría de los pacientes es <140/90 mmHg, siendo recomendable <130/80 mmHg si se tolera bien, especialmente en pacientes con alto riesgo o daño de órgano diana.
  • Los IECA o ARA II son los pilares del tratamiento, por su doble beneficio cardio-renal, y suelen combinarse con diuréticos tiazida-like o calcioantagonistas.
  • El seguimiento estructurado, con apoyo del AMPA y la evaluación de adherencia, permite ajustar el tratamiento de forma dinámica y eficaz.
  • La hipertensión resistente debe abordarse de forma sistemática, incorporando espironolactona y descartando causas secundarias.

Áreas de consenso y desacuerdo

AspectoConsenso (guías ADA, ESC/ESH, KDIGO)Desacuerdos o matices
Diagnóstico de HTAIgual que en población general (≥140/90 mmHg en consulta)Umbral de intervención con tratamiento más precoz
Objetivo de PA en DM2<140/90 mmHg mínimo; ideal <130/80 si bien toleradoKDIGO recomienda <120 mmHg con MAPA si posible
Primera línea farmacológicaIECA o ARA II preferidosVariación en segundo fármaco según perfil
Uso de combinacionesAlta recomendación desde inicio si PA >20/10 mmHg del objetivoNo hay guía única sobre combinaciones fijas preferidas
HTA en ancianos o frágilesEnfoque individualizado, evitar hipotensiónVariabilidad en límite inferior de PAS aceptable

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