Lo que Atención Primaria debería dejar de hacer en 2025
Resumen: Prácticas de bajo valor que Atención Primaria debe abandonar en 2025 para ganar seguridad, tiempo clínico y efectividad.
Idea central
Este artículo revisa intervenciones frecuentes de bajo valor en Atención Primaria y propone alternativas prácticas centradas en calidad, seguridad del paciente y uso racional de recursos.
Cómo usarlo
Rerecorre el índice, identifica las prácticas que quieras cambiar en tu consulta y utiliza los casos clínicos y la autoevaluación final como checklist.
Índice
1. Introducción2. Dejar de solicitar pruebas sin impacto clínico real
3. Dejar de medicalizar síntomas normales de la vida
4. Dejar de prescribir antibióticos cuando no están indicados
5. Dejar de mantener tratamientos crónicos sin reevaluación periódica
6. Dejar de tratar cifras en lugar de tratar personas
7. Dejar de derivar por falta de tiempo o inseguridad clínica
8. Dejar de ignorar el impacto de los efectos adversos y las interacciones
9. Dejar de comunicar de forma poco clara o paternalista
10. Dejar de asumir tareas que no aportan valor clínico
11. Qué debería empezar a hacer Atención Primaria en su lugar
12. Casos clínicos ilustrativos
13. Conclusiones y mensajes clave para 2025
14. Bibliografía recomendada
15. Autoevaluación
1. Introducción
La Atención Primaria atraviesa en 2025 un momento crítico en parte explicable por la falta de recursos y por el aumento de la demanda asistencial. Sin embargo, una parte relevante del problema tiene que ver con qué hacemos, cómo lo hacemos y, sobre todo, con qué seguimos haciendo aunque sepamos que aporta poco valor clínico.
Durante años, la respuesta al incremento de la presión asistencial ha sido hacer más: más pruebas, más derivaciones, más tratamientos y más burocracia. Sin embargo, la evidencia acumulada muestra que una parte significativa de estas actuaciones no mejora los resultados en salud, consume tiempo clínico y expone a los pacientes a riesgos evitables.
Este artículo no plantea una Atención Primaria minimalista ni defensiva. Al contrario, propone una Atención Primaria más clínica, más resolutiva y más centrada en el valor. Dejar de hacer determinadas cosas no significa abandonar al paciente, sino protegerlo de intervenciones innecesarias y liberar tiempo para aquello que realmente importa.
1.1. No se trata de hacer menos, sino de hacer mejor
Existe una percepción errónea, tanto dentro como fuera del ámbito sanitario, de que reducir pruebas o tratamientos equivale a ofrecer una atención de menor calidad. La realidad es exactamente la contraria. La calidad asistencial se define por la adecuación de las intervenciones, no por su volumen.
Hacer mejor implica:
- Indicar pruebas solo cuando modifican la toma de decisiones clínicas.
- Prescribir tratamientos con un balance beneficio-riesgo favorable.
- Reevaluar de forma periódica lo que se inició en otro contexto clínico.
- Asumir que la incertidumbre forma parte de la medicina, especialmente en Atención Primaria.
La excelencia clínica en Atención Primaria no se mide por la cantidad de solicitudes emitidas o por el número de fármacos prescritos, sino por la capacidad de resolver problemas reales con intervenciones proporcionadas.
1.2. Sobrecarga asistencial, inercia clínica y bajo valor
La sobrecarga asistencial favorece la toma de decisiones rápidas y poco reflexivas. En este contexto, la inercia clínica se convierte en una trampa frecuente: se repiten analíticas “porque siempre se han pedido”, se mantienen tratamientos “porque el paciente los toma desde hace años” o se deriva “por si acaso”.
Estas decisiones, aparentemente prudentes, generan un efecto acumulativo:
- Aumentan la medicalización innecesaria.
- Incrementan la probabilidad de efectos adversos.
- Reducen el tiempo disponible para la atención clínica compleja.
- Debilitan el papel resolutivo de la Atención Primaria.
El resultado es una consulta cada vez más reactiva, menos reflexiva y más centrada en tareas de bajo valor clínico.
1.3. El concepto de low value care aplicado a Atención Primaria
El término low value care hace referencia a intervenciones diagnósticas o terapéuticas que ofrecen escaso o nulo beneficio clínico, especialmente cuando se consideran los riesgos, los costes y el consumo de recursos asociados.
En Atención Primaria, el low value care adopta múltiples formas:
- Pruebas solicitadas para tranquilizar al profesional más que al paciente.
- Tratamientos iniciados sin una indicación clara y nunca revisados.
- Derivaciones motivadas por falta de tiempo en consulta.
- Seguimientos analíticos sin impacto en la conducta clínica.
Identificar y abandonar estas prácticas no es una opción ideológica, sino una obligación ética y profesional. En un sistema con recursos limitados, cada intervención innecesaria desplaza tiempo y atención de quienes realmente lo necesitan.
Dejar de hacer medicina de bajo valor es una de las intervenciones más coste-efectivas disponibles en Atención Primaria en 2025.
Consulta en Atención Primaria: médico revisa plan con paciente; decisiones basadas en valor y seguimiento.2. Dejar de solicitar pruebas sin impacto clínico real
La solicitud de pruebas complementarias es una de las decisiones clínicas más frecuentes en Atención Primaria y, al mismo tiempo, una de las que más fácilmente deriva en prácticas de bajo valor. En 2026, seguir solicitando pruebas sin una pregunta clínica clara no solo consume recursos, sino que aumenta la incertidumbre, genera cascadas diagnósticas innecesarias y expone al paciente a riesgos evitables.
Antes de pedir cualquier prueba, la pregunta clave debería ser siempre la misma: ¿qué voy a hacer de forma diferente según el resultado?. Si no existe una respuesta clara, probablemente la prueba no esté indicada.
2.1. Analíticas “de rutina” sin indicación clínica
Las analíticas solicitadas de forma periódica y sistemática, sin cambios clínicos ni objetivos definidos, siguen siendo una práctica muy extendida. Se piden “revisiones completas” en pacientes asintomáticos, con enfermedades estables o simplemente por inercia asistencial.
Esta estrategia presenta varios problemas:
- Detecta alteraciones leves o transitorias sin relevancia clínica.
- Favorece la repetición innecesaria de pruebas.
- Genera ansiedad en el paciente ante resultados “fuera de rango”.
- Conduce a intervenciones diagnósticas o terapéuticas innecesarias.
En Atención Primaria, las analíticas deben responder a objetivos concretos: seguimiento de una patología, evaluación de un síntoma o monitorización de un tratamiento. Pedirlas “por si acaso” no mejora la calidad asistencial.
2.2. Repetición innecesaria de pruebas ya disponibles
Otro problema frecuente es la repetición de pruebas que ya han sido realizadas recientemente, ya sea en el propio centro de salud o en otros niveles asistenciales. La falta de revisión de la historia clínica o la desconfianza en resultados previos contribuyen a esta práctica.
Repetir pruebas sin una justificación clínica clara:
- No aporta información adicional relevante.
- Aumenta el consumo de recursos diagnósticos.
- Retrasa la toma de decisiones clínicas.
Una Atención Primaria resolutiva requiere integrar la información existente y contextualizarla en la evolución del paciente, no reiniciar el proceso diagnóstico en cada consulta.
2.3. Pruebas de imagen sin criterios clínicos claros
La solicitud de pruebas de imagen ante síntomas inespecíficos, sin signos de alarma ni criterios clínicos definidos, sigue siendo una fuente importante de overdiagnosis. Dolor lumbar inespecífico, cefalea primaria o molestias musculoesqueléticas banales son ejemplos habituales.
Las pruebas de imagen solicitadas de forma precoz:
- Detectan hallazgos incidentales sin significado clínico.
- Refuerzan la percepción de enfermedad en procesos benignos.
- Dificultan el manejo conservador y expectante.
En muchos casos, la mejor decisión clínica es observar, reevaluar y explicar. Solicitar una prueba para “quedarse tranquilo” suele trasladar la incertidumbre al paciente, no resolverla.
2.4. Marcadores tumorales como cribado poblacional
El uso de marcadores tumorales como herramienta de cribado en población asintomática es una práctica claramente desaconsejada y, sin embargo, todavía presente en la consulta diaria. Su baja especificidad y la elevada probabilidad de falsos positivos los convierten en una fuente habitual de exploraciones innecesarias.
Las consecuencias son bien conocidas:
- Ansiedad significativa en el paciente.
- Pruebas invasivas posteriores sin beneficio demostrado.
- Consumo de recursos diagnósticos especializados.
En Atención Primaria, el cribado debe basarse en programas estructurados, con evidencia de beneficio poblacional, y no en determinaciones aisladas sin respaldo científico.
Mensaje clave
Solicitar menos pruebas, pero mejor indicadas, es una de las decisiones clínicas con mayor impacto en calidad, seguridad y sostenibilidad del sistema sanitario.
3. Dejar de medicalizar síntomas normales de la vida
Uno de los cambios más relevantes que Atención Primaria debería consolidar en 2026 es frenar la medicalización de experiencias normales de la vida. No todo síntoma es una enfermedad ni toda molestia requiere una intervención farmacológica o diagnóstica. Sin embargo, la presión asistencial, las expectativas sociales y la propia inseguridad clínica favorecen que se transforme lo normal en patológico.
Medicalizar en exceso no solo no mejora la salud de las personas, sino que puede cronificar problemas leves, generar dependencia del sistema sanitario y aumentar el riesgo de efectos adversos.
3.1. Insomnio ocasional, duelo y tristeza normal
El insomnio transitorio, la tristeza reactiva o el duelo forman parte de la experiencia humana. En la consulta de Atención Primaria, estos cuadros se abordan con frecuencia como si fueran trastornos psiquiátricos establecidos, iniciando tratamientos farmacológicos de forma precoz.
Esta aproximación conlleva varios riesgos:
- Uso innecesario y prolongado de benzodiacepinas o hipnóticos.
- Normalización del consumo crónico de psicofármacos.
- Desplazamiento de intervenciones no farmacológicas más adecuadas.
En muchos casos, una escucha activa, validación emocional, información clara sobre la evolución esperable y seguimiento cercano son intervenciones más eficaces y seguras que la prescripción inmediata.
3.2. Dolor musculoesquelético inespecífico
El dolor lumbar, cervical o articular inespecífico es uno de los motivos de consulta más frecuentes en Atención Primaria. La tendencia a tratarlo de forma agresiva, con pruebas de imagen precoces, antiinflamatorios prolongados o incluso opioides débiles, sigue siendo un problema relevante.
La evidencia muestra que, en ausencia de signos de alarma:
- El pronóstico suele ser favorable con medidas conservadoras.
- La actividad física y la educación sanitaria son claves.
- Las pruebas de imagen rara vez cambian el manejo inicial.
Medicalizar en exceso estos cuadros refuerza la percepción de enfermedad y dificulta la recuperación funcional.
3.3. Variantes de la normalidad en analíticas
El acceso masivo a pruebas analíticas ha ampliado la detección de valores ligeramente fuera de rango que, en muchos casos, representan variantes de la normalidad o fluctuaciones fisiológicas. Tratar estos hallazgos como enfermedades conduce a cascadas diagnósticas innecesarias.
Ejemplos habituales incluyen:
- Alteraciones mínimas de transaminasas sin contexto clínico.
- Variaciones aisladas de la función tiroidea.
- Leves desviaciones en parámetros hematológicos.
El papel del médico de Atención Primaria es interpretar los resultados en su contexto clínico, no reaccionar de forma automática a cualquier cifra fuera del rango de referencia.
3.4. Riesgos de la medicalización excesiva
La medicalización innecesaria tiene consecuencias que van más allá del consumo de fármacos o pruebas:
- Aumenta la dependencia del sistema sanitario.
- Reduce la autonomía del paciente.
- Expone a efectos adversos evitables.
- Desplaza recursos de mayor valor clínico.
En 2026, una Atención Primaria de calidad debe ser capaz de diferenciar enfermedad de malestar y ofrecer respuestas proporcionales a cada situación.
Mensaje clave del epígrafe
No todo síntoma necesita un diagnóstico ni todo malestar requiere tratamiento farmacológico. Acompañar, explicar y vigilar también es hacer medicina.
4. Dejar de prescribir antibióticos cuando no están indicados
La prescripción innecesaria de antibióticos sigue siendo uno de los principales problemas de seguridad clínica en Atención Primaria. A pesar de las campañas de concienciación y de la amplia difusión de guías clínicas, en 2025 han continuado prescribiéndose antibióticos en procesos donde no aportan beneficio clínico y sí generan riesgos individuales y colectivos.
La consulta de Atención Primaria es un escenario clave para el control de las resistencias bacterianas. Cada antibiótico prescrito sin indicación clara contribuye a un problema que trasciende al paciente individual.
4.1. Infecciones respiratorias de probable etiología viral
Las infecciones respiratorias altas y bajas de origen viral representan una proporción muy significativa de las consultas diarias. Sin embargo, el antibiótico continúa utilizándose como una respuesta rápida ante la presión asistencial, la expectativa del paciente o el temor a complicaciones.
Situaciones frecuentes de prescripción inapropiada incluyen:
- Rinofaringitis aguda sin criterios bacterianos.
- Bronquitis aguda en pacientes sin comorbilidad relevante.
- Cuadros catarrales con fiebre de corta evolución.
En estos contextos, el antibiótico no reduce la duración de los síntomas ni previene complicaciones, pero sí aumenta el riesgo de efectos adversos y selección de resistencias.
4.2. Bacteriuria asintomática
La bacteriuria asintomática es uno de los ejemplos más claros de tratamiento innecesario en Atención Primaria. Fuera de situaciones muy concretas, como el embarazo o determinados procedimientos urológicos, su tratamiento no mejora el pronóstico del paciente.
Prescribir antibióticos en estos casos:
- No previene infecciones urinarias sintomáticas.
- Aumenta el riesgo de efectos adversos.
- Favorece la aparición de microorganismos multirresistentes.
Identificar y no tratar la bacteriuria asintomática es una intervención de alto valor clínico.
4.3. Otitis, sinusitis y faringitis sin criterios clínicos
La otitis media, la sinusitis y la faringitis son procesos en los que el antibiótico solo está indicado en situaciones bien definidas. Sin embargo, su uso empírico continúa siendo habitual.
Ejemplos de errores frecuentes incluyen:
- Faringitis sin criterios clínicos ni pruebas rápidas sugestivas de etiología bacteriana.
- Sinusitis de corta evolución sin signos de gravedad.
- Otitis con clínica leve y buen estado general.
En estos cuadros, una actitud expectante con reevaluación programada suele ser más segura y eficaz que la prescripción inmediata.
4.4. Impacto en resistencias y seguridad del paciente
El impacto de la prescripción inadecuada de antibióticos va más allá de la consulta individual. Las resistencias bacterianas representan una amenaza creciente para la salud pública y condicionan la eficacia de tratamientos futuros.
Desde el punto de vista del paciente, los antibióticos no están exentos de riesgos:
- Reacciones adversas, incluidas las alérgicas.
- Alteración de la microbiota intestinal.
- Interacciones farmacológicas relevantes.
- Incremento del riesgo de infecciones por Clostridioides difficile.
Prescribir menos antibióticos, pero mejor indicados, es una de las intervenciones más efectivas y seguras que puede realizar Atención Primaria.
Mensaje clave
Cada antibiótico innecesario hoy reduce las opciones terapéuticas del mañana. La prudencia en su uso es una responsabilidad clínica y ética.
5. Dejar de mantener tratamientos crónicos sin reevaluación periódica
Uno de los problemas más frecuentes y menos visibles en la práctica diaria de Atención Primaria es la perpetuación de tratamientos iniciados en contextos clínicos ya superados. Fármacos que se prescribieron ante un episodio agudo, una situación vital concreta o una indicación transitoria acaban formando parte del tratamiento crónico del paciente sin una reevaluación sistemática.
Esta inercia terapéutica no suele ser fruto de una mala práctica deliberada, sino del resultado de consultas sobrecargadas, fragmentación asistencial y falta de tiempo para revisar tratamientos de forma estructurada. Sin embargo, sus consecuencias clínicas son relevantes.
5.1. Benzodiacepinas y fármacos hipnóticos
El uso crónico de benzodiacepinas y otros hipnóticos continúa siendo uno de los principales retos en Atención Primaria. Aunque su indicación inicial suele ser adecuada, la falta de una estrategia clara de retirada convierte tratamientos de semanas en consumos de años.
El mantenimiento prolongado de estos fármacos se asocia a:
- Deterioro cognitivo y aumento del riesgo de caídas.
- Dependencia física y psicológica.
- Dificultades en la retirada posterior.
En 2025, mantener estos tratamientos sin reevaluación periódica y sin plantear alternativas no farmacológicas debería considerarse una práctica evitable.
5.2. Inhibidores de la bomba de protones a largo plazo
Los inhibidores de la bomba de protones son fármacos eficaces y seguros cuando están bien indicados. El problema surge cuando su uso se cronifica sin una indicación vigente clara.
Situaciones habituales incluyen:
- Protección gástrica asociada a tratamientos ya suspendidos.
- Reflujo gastroesofágico leve sin reevaluación clínica.
- Inicio hospitalario sin revisión posterior en Atención Primaria.
El uso prolongado e innecesario se ha asociado a efectos adversos potenciales, por lo que su indicación debe revisarse de forma periódica.
5.3. Analgésicos y antiinflamatorios crónicos
El tratamiento continuado con analgésicos o antiinflamatorios no esteroideos es otra práctica frecuente que requiere revisión. Muchos pacientes los mantienen durante meses o años para dolores crónicos sin una reevaluación adecuada del balance beneficio-riesgo.
Los riesgos del uso prolongado incluyen:
- Complicaciones gastrointestinales.
- Empeoramiento de la función renal.
- Incremento del riesgo cardiovascular.
En dolor crónico no oncológico, la estrategia debe centrarse en enfoques multimodales y no en la simple cronificación del tratamiento farmacológico.
5.4. Inercia terapéutica y deprescripción
La deprescripción no consiste en retirar tratamientos de forma indiscriminada, sino en un proceso clínico estructurado que valora:
- Indicación actual del fármaco.
- Beneficio esperado en función de la edad y comorbilidad.
- Riesgo de efectos adversos e interacciones.
- Preferencias y objetivos del paciente.
Incorporar la deprescripción como parte habitual del seguimiento clínico es una de las intervenciones con mayor impacto en seguridad del paciente y calidad asistencial en Atención Primaria.
Mensaje clave
Todo tratamiento crónico debería tener una indicación revisable. Mantener fármacos sin reevaluación periódica no es prudencia clínica, es inercia terapéutica.
6. Dejar de tratar cifras en lugar de tratar personas
Una de las derivas más frecuentes de la medicina moderna es la sustitución del razonamiento clínico por la persecución de objetivos numéricos. En Atención Primaria, esta tendencia se traduce en tratar cifras aisladas sin integrar el contexto clínico, el riesgo global y las preferencias del paciente.
En 2026, seguir abordando parámetros analíticos o tensionales de forma descontextualizada supone una práctica de bajo valor que puede generar sobrediagnóstico, sobretratamiento y daño evitable.
6.1. Hipertensión arterial leve sin valorar el riesgo cardiovascular global
El diagnóstico y tratamiento de la hipertensión arterial leve continúan realizándose, en muchos casos, sin una adecuada estratificación del riesgo cardiovascular global. Se inicia tratamiento farmacológico ante cifras discretamente elevadas sin considerar edad, comorbilidad, daño orgánico ni riesgo absoluto.
Esta aproximación puede conducir a:
- Tratamientos innecesarios en pacientes de bajo riesgo.
- Efectos adversos evitables, especialmente en personas mayores.
- Desplazamiento de intervenciones no farmacológicas más adecuadas.
En Atención Primaria, la decisión terapéutica debe basarse en el riesgo cardiovascular global y no únicamente en una cifra aislada de presión arterial.
6.2. Glucemias aisladas sin contexto clínico
La detección de una glucemia ligeramente elevada o una hemoglobina glicosilada en el límite de la normalidad suele generar una reacción automática orientada al diagnóstico y tratamiento farmacológico precoz.
Sin embargo, muchas de estas situaciones corresponden a:
- Alteraciones transitorias.
- Estados de riesgo que requieren seguimiento, no tratamiento inmediato.
- Resultados influenciados por situaciones intercurrentes.
Tratar cifras aisladas sin confirmar el diagnóstico ni valorar el contexto vital del paciente puede medicalizar innecesariamente y generar una etiqueta diagnóstica difícil de revertir.
6.3. Colesterol sin estratificación de riesgo
El tratamiento hipolipemiante sigue indicándose con frecuencia en función de cifras absolutas de colesterol, sin una adecuada estimación del riesgo cardiovascular global ni una discusión compartida con el paciente.
Esta práctica:
- Sobrestima el beneficio en pacientes de bajo riesgo.
- Infravalora intervenciones sobre el estilo de vida.
- Reduce la adherencia al tratamiento al no percibirse beneficio claro.
En 2026, el uso de herramientas de estimación de riesgo cardiovascular y la toma de decisiones compartidas deberían ser elementos básicos de la práctica clínica en Atención Primaria.
6.4. El peligro del “control analítico” como objetivo
Convertir el control analítico en un fin en sí mismo es una distorsión del objetivo real de la medicina. Normalizar cifras no siempre se traduce en una mejora de la calidad de vida ni en una reducción de eventos clínicos relevantes.
Esta lógica conduce a:
- Escaladas terapéuticas innecesarias.
- Mayor riesgo de efectos adversos.
- Consultas centradas en números y no en personas.
La Atención Primaria debe recuperar su papel integrador, donde los datos objetivos informan la decisión clínica, pero no la sustituyen.
Mensaje clave
Las cifras orientan, pero no deciden. Tratar personas implica integrar datos, contexto y preferencias en cada decisión clínica.
7. Dejar de derivar por falta de tiempo o inseguridad clínica
La derivación a Atención Especializada es una herramienta fundamental en el sistema sanitario, pero en Atención Primaria su uso se ha ido distorsionando progresivamente. En 2025, una parte relevante de las derivaciones no responde a criterios clínicos claros, sino a limitaciones estructurales, presión asistencial o inseguridad profesional.
Derivar no es un fracaso clínico, pero derivar sin una valoración adecuada tampoco es una práctica inocua. Tiene consecuencias para el paciente, para el sistema y para la propia identidad profesional de la Atención Primaria.
7.1. Derivaciones evitables con una correcta valoración clínica
Muchas derivaciones se realizan ante síntomas inespecíficos, hallazgos leves o problemas que pueden abordarse de forma segura en el ámbito de Atención Primaria. La falta de tiempo en consulta favorece decisiones defensivas que priorizan la rapidez frente al razonamiento clínico.
Ejemplos frecuentes incluyen:
- Dolor musculoesquelético sin signos de alarma.
- Alteraciones analíticas leves sin correlato clínico.
- Procesos autolimitados en fases iniciales.
Una anamnesis cuidadosa, una exploración física dirigida y una actitud expectante bien explicada reducen de forma significativa la necesidad de derivar.
7.2. El papel del seguimiento longitudinal
El seguimiento longitudinal es uno de los principales valores diferenciales de la Atención Primaria. Sin embargo, cuando se infrautiliza, se tiende a derivar problemas que podrían resolverse con reevaluaciones programadas.
El seguimiento permite:
- Confirmar la evolución natural de procesos benignos.
- Detectar signos de alarma de forma precoz.
- Ajustar decisiones clínicas sin precipitación.
Renunciar al seguimiento equivale a renunciar a una de las competencias nucleares del médico de familia.
7.3. Derivar no siempre es proteger al paciente
Existe la creencia de que la derivación precoz es una forma de protección frente al error. Sin embargo, derivar innecesariamente puede exponer al paciente a:
- Pruebas diagnósticas innecesarias.
- Retrasos en la atención por saturación de agendas.
- Fragmentación del proceso asistencial.
Además, una derivación sin una pregunta clínica clara dificulta el trabajo del especialista y reduce la calidad global de la atención.
7.4. Coordinación real entre niveles asistenciales
Reducir derivaciones innecesarias no implica asumirlo todo en Atención Primaria, sino mejorar la coordinación con Atención Especializada. Los circuitos de consulta no presencial, la interconsulta estructurada y los criterios de derivación consensuados son herramientas clave.
Una coordinación eficaz:
- Mejora la seguridad del paciente.
- Optimiza los recursos del sistema.
- Refuerza el papel resolutivo de Atención Primaria.
En 2026, derivar mejor sera tan importante como derivar menos.
Mensaje clave
Derivar por sistema no protege al paciente. La protección real nace del buen juicio clínico, el seguimiento y la coordinación entre niveles.
8. Dejar de ignorar el impacto de los efectos adversos y las interacciones
En 2025, una parte relevante de la morbimortalidad evitable en Atención Primaria ha estado relacionada con efectos adversos farmacológicos e interacciones medicamentosas. A menudo, estos eventos no se producen por errores graves, sino por la suma de pequeñas decisiones no revisadas a lo largo del tiempo.
La polifarmacia, especialmente en personas mayores y pacientes con múltiples patologías crónicas, convierte cada nueva prescripción en un acto clínico con implicaciones que van mucho más allá del fármaco individual.
8.1. Polifarmacia y cascada terapéutica
La cascada terapéutica se inicia cuando un efecto adverso de un fármaco se interpreta como un nuevo problema clínico, dando lugar a la prescripción de otro medicamento. Este proceso, frecuente y silencioso, contribuye de forma decisiva a la polifarmacia.
Ejemplos habituales incluyen:
- Mareos por antihipertensivos tratados con fármacos vestibulares.
- Edemas inducidos por fármacos tratados con diuréticos.
- Insomnio secundario a medicación tratado con hipnóticos.
Romper esta cascada exige revisar el tratamiento completo y cuestionar cada indicación.
8.2. Falta de ajuste por edad y función renal
El envejecimiento y la disminución progresiva de la función renal modifican de forma significativa la farmacocinética de muchos fármacos. Sin embargo, el ajuste de dosis sigue siendo una de las asignaturas pendientes en Atención Primaria.
La ausencia de ajuste adecuado puede provocar:
- Acumulación del fármaco y toxicidad.
- Mayor riesgo de efectos adversos graves.
- Hospitalizaciones evitables.
Revisar la función renal y adaptar las dosis no es un acto excepcional, sino una parte esencial del seguimiento clínico.
8.3. Eventos adversos prevenibles
Una proporción significativa de los eventos adversos relacionados con medicamentos son prevenibles. Interacciones conocidas, duplicidades terapéuticas o combinaciones de riesgo elevado continúan apareciendo en la práctica diaria.
Factores que contribuyen a estos eventos incluyen:
- Fragmentación de la prescripción entre distintos niveles asistenciales.
- Falta de revisión periódica del tratamiento completo.
- Desconocimiento del tratamiento real que toma el paciente.
La conciliación terapéutica debería ser una intervención sistemática, especialmente tras ingresos hospitalarios o cambios en el tratamiento.
8.4. Seguridad del paciente como prioridad clínica
En Atención Primaria, la seguridad del paciente no depende únicamente de evitar errores diagnósticos, sino de minimizar el daño derivado de intervenciones innecesarias o mal ajustadas.
Priorizar la seguridad implica:
- Revisar tratamientos de forma estructurada.
- Identificar fármacos potencialmente inapropiados.
- Escuchar los síntomas que el paciente atribuye a la medicación.
En 2026, ignorar los efectos adversos y las interacciones no es una limitación técnica, sino una oportunidad perdida de mejorar la calidad asistencial.
Mensaje clave
Cada fármaco añadido aumenta la complejidad y el riesgo. Revisar, ajustar y retirar también es hacer medicina de calidad.
9. Dejar de comunicar de forma poco clara o paternalista
La comunicación clínica es una de las herramientas terapéuticas más potentes en Atención Primaria. Sin embargo, en 2025 todavía han perssitido estilos de comunicación poco claros, excesivamente técnicos o paternalistas que limitan la comprensión del paciente y dificultan una toma de decisiones realmente compartida.
Una mala comunicación no solo genera insatisfacción, sino que se asocia a menor adherencia terapéutica, mayor utilización innecesaria de recursos y peor percepción de la calidad asistencial.
9.1. Información incompleta o alarmista
Transmitir información de forma parcial o utilizando un lenguaje alarmista es una práctica más frecuente de lo deseable. Resultados analíticos, hallazgos incidentales o diagnósticos probables se comunican a veces sin contextualizar su relevancia clínica.
Esto puede provocar:
- Ansiedad innecesaria en el paciente.
- Demanda de pruebas adicionales sin indicación.
- Pérdida de confianza en el profesional.
En Atención Primaria, explicar la incertidumbre y la probabilidad es tan importante como comunicar el dato objetivo.
9.2. Consentimiento informado real
El consentimiento informado no consiste únicamente en obtener una firma o una aceptación implícita. Implica que el paciente comprenda las alternativas disponibles, los beneficios esperados y los posibles riesgos de cada opción.
Cuando se prescriben tratamientos, se solicitan pruebas o se propone una derivación, el paciente debería conocer:
- Qué se espera conseguir.
- Qué puede ocurrir si no se realiza la intervención.
- Qué riesgos o inconvenientes existen.
Sin esta información, la decisión deja de ser compartida y se convierte en una imposición encubierta.
9.3. Decisiones compartidas en la práctica diaria
La toma de decisiones compartidas no es un concepto teórico, sino una herramienta práctica especialmente útil en situaciones de incertidumbre clínica o beneficio marginal. En Atención Primaria, muchas decisiones se sitúan precisamente en esta zona gris.
Aplicar decisiones compartidas permite:
- Alinear la intervención con los valores del paciente.
- Reducir intervenciones innecesarias.
- Mejorar la adherencia y la satisfacción.
Renunciar a este enfoque por falta de tiempo suele tener un coste mayor a medio plazo.
9.4. El valor terapéutico de una buena comunicación
Una comunicación clara, honesta y adaptada al nivel de comprensión del paciente tiene un efecto terapéutico en sí misma. Explicar, tranquilizar y acompañar puede evitar pruebas, tratamientos y derivaciones innecesarias.
En 2026, mejorar la comunicación clínica no sera una cuestión de estilo personal, sino una competencia profesional esencial en Atención Primaria.
Mensaje clave
Comunicar bien no ahorra tiempo: ahorra errores, pruebas innecesarias y decisiones mal alineadas con el paciente.
10. Dejar de asumir tareas que no aportan valor clínico
En 2025, una parte significativa del tiempo del médico de Atención Primaria ha sido dedicado a tareas que no mejoran la salud del paciente ni requieren competencias clínicas avanzadas. Esta sobrecarga administrativa no solo reduce la calidad asistencial, sino que contribuye de forma directa al agotamiento profesional.
Asumir de manera sistemática funciones que no aportan valor clínico implica desplazar tiempo de atención médica real y empobrecer el núcleo de la consulta.
10.1. Burocracia evitable
Certificados, informes repetitivos, trámites administrativos y gestiones que podrían resolverse por otras vías consumen una parte desproporcionada del tiempo de consulta. Muchas de estas tareas se han ido incorporando de forma progresiva sin una reflexión sobre su impacto real.
La burocracia evitable:
- No aporta valor clínico directo.
- Reduce el tiempo disponible para la toma de decisiones complejas.
- Aumenta la frustración profesional.
Reducirla no es una reivindicación corporativa, sino una medida de calidad asistencial.
10.2. Duplicidades administrativas
La repetición de informes, solicitudes o registros ya existentes es otro problema habitual. La falta de interoperabilidad entre sistemas obliga a duplicar tareas sin beneficio alguno para el paciente.
Estas duplicidades:
- No mejoran la continuidad asistencial.
- Incrementan el riesgo de errores.
- Consumen tiempo clínico valioso.
Una Atención Primaria eficaz necesita sistemas que faciliten el trabajo clínico, no que lo obstaculicen.
10.3. Tiempo clínico frente a tiempo administrativo
El tiempo es el recurso más escaso en la consulta de Atención Primaria. Cada minuto dedicado a tareas administrativas es un minuto menos para escuchar, explorar y razonar clínicamente.
Cuando el tiempo administrativo domina la consulta:
- Aumenta la probabilidad de decisiones rápidas y defensivas.
- Se deteriora la relación médico-paciente.
- Se incrementa el riesgo de errores clínicos.
Proteger el tiempo clínico debería ser una prioridad estratégica en 2025.
10.4. Proteger la consulta médica
Proteger la consulta no significa rechazar tareas, sino redefinir responsabilidades y circuitos. La Atención Primaria debe centrarse en aquello que solo puede hacer bien: valoración clínica integral, seguimiento longitudinal y toma de decisiones complejas.
Delegar adecuadamente, simplificar procesos y eliminar tareas de bajo valor es una condición necesaria para recuperar una Atención Primaria resolutiva y sostenible.
Mensaje clave
Cuando la consulta se llena de burocracia, la clínica se vacía. Proteger el tiempo clínico es proteger al paciente. Plantemonos en 2026 firmemente ante la burocracia.
11. Qué debería empezar a hacer Atención Primaria en su lugar
Dejar de hacer prácticas de bajo valor no tiene sentido si no se acompaña de un cambio claro hacia aquello que realmente mejora la salud de las personas. En 2026, Atención Primaria necesita reorientar su actividad hacia intervenciones con impacto clínico demostrado, reforzando su papel central en el sistema sanitario.
No se trata de añadir más tareas, sino de priorizar mejor, recuperar el tiempo clínico y utilizarlo allí donde aporta mayor beneficio.
11.1. Priorizar intervenciones de alto valor clínico
Las intervenciones de alto valor son aquellas que mejoran resultados relevantes para el paciente, con un balance beneficio-riesgo favorable y un uso eficiente de los recursos. En Atención Primaria, muchas de ellas no requieren tecnología avanzada, sino tiempo clínico y continuidad asistencial.
Ejemplos claros incluyen:
- Control adecuado del riesgo cardiovascular global.
- Seguimiento estructurado de pacientes crónicos complejos.
- Prevención secundaria basada en evidencia.
- Intervenciones breves sobre estilos de vida.
Invertir tiempo en estas áreas tiene un impacto mucho mayor que multiplicar pruebas o prescripciones de bajo valor.
11.2. Estratificación de riesgo y seguimiento proactivo
Una Atención Primaria moderna no puede limitarse a responder de forma reactiva a la demanda diaria. La estratificación de riesgo permite identificar a los pacientes que más se benefician de un seguimiento intensivo y planificado.
Este enfoque facilita:
- Anticiparse a descompensaciones.
- Reducir ingresos evitables.
- Personalizar los objetivos terapéuticos.
El seguimiento proactivo es especialmente relevante en pacientes mayores, frágiles o con multimorbilidad.
11.3. Uso racional y crítico de los recursos disponibles
El uso racional de recursos no implica restringir la atención, sino utilizarla con criterio clínico. Solicitar pruebas, prescribir tratamientos o derivar debe responder siempre a una pregunta clínica concreta.
Este enfoque requiere:
- Conocimiento actualizado de la evidencia.
- Capacidad para tolerar la incertidumbre.
- Comunicación clara con el paciente.
La eficiencia clínica es una consecuencia natural del buen juicio profesional, no de protocolos rígidos.
11.4. Recuperar el sentido clínico de la consulta
Recuperar el sentido clínico significa devolver a la consulta su función principal: comprender el problema del paciente, integrarlo en su contexto vital y tomar decisiones proporcionales.
Esto implica:
- Escuchar más y prescribir menos cuando no es necesario.
- Revisar tratamientos con mirada crítica.
- Aceptar que no todo tiene una respuesta inmediata.
En 2025, una Atención Primaria fuerte no se define por la cantidad de actos realizados, sino por la calidad del razonamiento clínico detrás de cada decisión.
Mensaje clave
Hacer mejor Atención Primaria no requiere hacer más cosas, sino dedicar tiempo y criterio a lo que realmente importa.
12. Casos clínicos ilustrativos
Los siguientes casos reflejan situaciones habituales en la consulta de Atención Primaria en las que hacer menos puede significar hacer mejor. No se trata de escenarios excepcionales, sino de ejemplos cotidianos donde el razonamiento clínico, la reevaluación y la comunicación marcan la diferencia.
12.1. El paciente polimedicado “estable”
Varón de 78 años, con hipertensión arterial, diabetes tipo 2 y artrosis. En tratamiento crónico con nueve fármacos, incluidos un inhibidor de la bomba de protones iniciado tras un ingreso hospitalario hace cinco años y una benzodiacepina nocturna prescrita por insomnio reactivo.
Acude a consulta por mareos y sensación de inestabilidad al caminar. No presenta focalidad neurológica ni signos de alarma.
Actitud habitual de bajo valor: solicitar pruebas de imagen o derivar a Neurología sin revisar el tratamiento.
Enfoque de alto valor: revisión estructurada de la medicación, identificación de posibles efectos adversos y planteamiento de deprescripción progresiva.
Perla clínica: en pacientes mayores, los síntomas inespecíficos son con frecuencia la expresión de efectos adversos farmacológicos, no de nuevas enfermedades.
12.2. La analítica “alterada” sin significado clínico
Mujer de 45 años, asintomática, a la que se solicita una analítica “de control”. Presenta una elevación mínima de transaminasas, con el resto de parámetros normales.
La paciente acude preocupada tras consultar los resultados en la aplicación electrónica.
Actitud habitual de bajo valor: repetir analíticas seriadas, solicitar pruebas de imagen o derivar sin una valoración clínica previa.
Enfoque de alto valor: contextualizar el hallazgo, revisar antecedentes, consumo de fármacos y hábitos, explicar la baja probabilidad de patología relevante y planificar una reevaluación razonada.
Perla clínica: interpretar resultados aislados fuera de rango sin contexto clínico es una fuente frecuente de sobreutilización diagnóstica.
12.3. La infección respiratoria tratada como bacteriana
Varón de 32 años, sin comorbilidad, consulta por tos, malestar general y febrícula de tres días de evolución. Exploración sin hallazgos relevantes.
Solicita antibiótico “para no alargar el proceso”.
Actitud habitual de bajo valor: prescripción de antibiótico para satisfacer expectativas o acortar la consulta.
Enfoque de alto valor: explicación clara del origen probable viral, medidas sintomáticas, signos de alarma y seguimiento.
Perla clínica: una buena explicación reduce más prescripciones innecesarias que cualquier protocolo.
12.4. La derivación por inseguridad clínica
Mujer de 56 años, con dolor lumbar mecánico de una semana de evolución, sin antecedentes relevantes ni signos de alarma. Solicita resonancia magnética porque “conoce a alguien a quien se la hicieron”.
Actitud habitual de bajo valor: derivar o solicitar prueba de imagen para evitar conflicto o por falta de tiempo.
Enfoque de alto valor: exploración clínica adecuada, explicación del curso natural del proceso, medidas conservadoras y revisión programada.
Perla clínica: derivar sin criterios no reduce la incertidumbre, la traslada.
Mensaje global
La mayoría de las prácticas de bajo valor en Atención Primaria no nacen de la falta de conocimientos, sino de la presión asistencial, la inseguridad y una comunicación insuficiente.
13. Conclusiones y mensajes clave para 2026
La Atención Primaria se encuentra en 2025 ante una encrucijada que va más allá de la falta de recursos o de profesionales. Una parte esencial del reto actual tiene que ver con revisar de forma crítica qué hacemos, por qué lo hacemos y qué impacto real tiene en la salud de las personas.
Persistir en prácticas de bajo valor no solo consume tiempo y recursos, sino que aumenta la medicalización, expone a riesgos innecesarios y debilita el papel resolutivo de la Atención Primaria. Abandonarlas no significa renunciar a la excelencia clínica, sino reforzarla.
Mensajes clave
- Hacer más no equivale a hacer mejor. La calidad asistencial se mide por el valor de las intervenciones, no por su volumen.
- Solicitar pruebas, prescribir tratamientos o derivar debe responder siempre a una pregunta clínica concreta.
- La medicalización innecesaria genera más daño que beneficio.
- Revisar y retirar tratamientos forma parte del buen hacer clínico.
- Tratar personas implica integrar cifras, contexto y preferencias.
- Una buena comunicación es una herramienta terapéutica de primer orden.
- Proteger el tiempo clínico es proteger la calidad asistencial.
En este contexto, el papel del médico de Atención Primaria es más relevante que nunca. Su capacidad para integrar información, manejar la incertidumbre y acompañar al paciente en el tiempo es insustituible.
Dejar de hacer medicina de bajo valor es una oportunidad para recuperar el sentido clínico, la dignidad profesional y la esencia de la Atención Primaria.
14. Bibliografía recomendada
- Choosing Wisely International. Choosing Wisely: promoting conversations between clinicians and patients. Disponible en: https://www.choosingwisely.org
- World Health Organization. Medication without harm: WHO global patient safety challenge. Geneva: WHO; 2017. Disponible en: https://www.who.int/publications/i/item/WHO-HIS-SDS-2017.6
- Scott IA, Hilmer SN, Reeve E, Potter K, Le Couteur D, Rigby D, Gnjidic D, Del Mar CB, Roughead EE, Page A, Jansen J, Martin JH. Reducing inappropriate polypharmacy: the process of deprescribing. JAMA Intern Med. 2015 May;175(5):827-34. Disponible en: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25798731/
- Reeve E, Gnjidic D, Long J, Hilmer S. A systematic review of the emerging definition of deprescribing. Br J Clin Pharmacol. 2015;80(6):1254–1268. Disponible en: https://bpspubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/bcp.12727
- National Institute for Health and Care Excellence. Multimorbidity: clinical assessment and management (NG56). London: NICE; 2016 (updated). Disponible en: https://www.nice.org.uk/guidance/ng56
- European Centre for Disease Prevention and Control. Antimicrobial resistance in the EU/EEA. Stockholm: ECDC; latest update. Disponible en: https://www.ecdc.europa.eu/en/publications-data/antimicrobial-resistance-eueea-ears-net-annual-epidemiological-report-2024
- Centers for Disease Control and Prevention. Core elements of outpatient antibiotic stewardship. Atlanta: CDC; 2025. Disponible en: https://www.cdc.gov/antibiotic-use/hcp/core-elements/outpatient-antibiotic-stewardship.html
- Verkerk EW, Tanke MAC, Kool RB, et al. Limit, lean or listen? A typology of low-value care that gives direction in de-implementation. Int J Qual Health Care. 2018;30(9):736–739. Disponible en: https://academic.oup.com/intqhc/article/30/9/736/5054842
- Brownlee S, Chalkidou K, Doust J, et al. Evidence for overuse of medical services around the world. Lancet. 2017;390(10090):156–168. Disponible en: https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(16)32585-5/fulltext
- Elwyn G, Frosch D, Thomson R, et al. Shared decision making: a model for clinical practice. J Gen Intern Med. 2012;27(10):1361–1367. Disponible en: https://link.springer.com/article/10.1007/s11606-012-2077-6
- O'Connor AM, Bennett CL, Stacey D, et al. Decision aids for people facing health treatment or screening decisions. Cochrane Database Syst Rev. 2009;(3):CD001431. Disponible en: https://www.cochranelibrary.com/cdsr/doi/10.1002/14651858.CD001431.pub2/full
- Ministerio de Sanidad. Seguridad del paciente del Sistema Nacional de Salud. Madrid; actualización vigente. Disponible en: https://www.sanidad.gob.es/areas/calidadAsistencial/seguridadPaciente
- semFYC. Recomendaciones No Hacer en Atención Primaria. Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria. Disponible en: https://www.semfyc.es
15. Autoevaluación
Autoevaluación con tres bloques: conocimientos, habilidades clínicas y actitudes profesionales.
Instrucciones: selecciona una respuesta por pregunta y pulsa Corregir. Después revisa las explicaciones. Puedes usar Reiniciar para repetir.
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