¿Existe relación entre el sexo o la edad de los profesionales sanitarios españoles y su actitud en la consulta ante la violencia de género? ¿Detectan igual número de casos de violencia de género los médicos y enfermeros que las medicas y enfermeras?.
Son preguntas que me he planteado al escuchar la noticia de la muerte de la onceava víctima de violencia de género del año 2011 y recordar que 529 mujeres murieron entre el 1 de enero de 2003 y el 31 de octubre de 2010, a las que hay que sumar estas 11 víctimas de 2011. Son cifras, por tener una referencia, similares a la mortalidad en todos los grupos de edad en mujeres por meningitis, no meningococica, cáncer de laringe, ahogamiento, y superiores a la mortalidad por complicaciones obstétricas y si tenemos en cuenta la edad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia doméstica es, para las mujeres de 16 a 44 años, la primera causa de muerte, por encima del cáncer y de los accidentes de tráfico. Ojo, estamos hablando de muertes evitables. Diría yo que una de las muertes más evitables. Estos datos, entre otros, hacen que la violencia de género esté ampliamente reconocida como un problema de salud pública de proporciones epidémicas.
He realizado una búsqueda bibliográfica, si bien es verdad que no muy exhaustiva, y no he encontrado respuestas a mis preguntas. Pero he encontrado algunos datos para reflexionar: Según la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género en 2003 el porcentaje muertas que habían denunciado previamente era del 0%, porcentaje que ha pasado a ser en 2008 del 23,7%, en 2009 del 25% y en 2010 es del 30,1%. Estos datos apoyan la hipótesis de que el problema se comienza a visibilizar. A su vez estos porcentajes nos muestran la incapacidad de las medidas contempladas en la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, para proteger a las víctimas. También estos porcentajes nos llevan a la idea de que las mujeres que no denunciaron tuvieron que consultar en algún momento con personal médico o de enfermería de Atención Primaria sobre síntomas diversos, un dolor de cabeza, una depresión, trastornos del sueño, etc, puesto que a menudo, las mujeres maltratadas no se atreven o no pueden expresar con claridad el maltrato y el sufrimiento que soportan, como se pone de manifiesto como se pone de manifiesto en el estudio de Isabel Ruiz-Perez “Variabilidad geográfica de la violencia contra las mujeres en España” realizado en una muestra por conglomerados de 11.475 mujeres que acuden a consultas de Atención Primaria durante los años 2006–2007 y que revelaba que el 24,8%(23,4% –26,3%) de las mujeres refirieron haber sido maltratadas por su pareja alguna vez en la vida.
Y esto lleva a preguntarme sobre cuál es la actitud de los profesionales de Atención Primaria sobre la violencia de género. He desempolvado el trabajo de Blanca Coll-Vinent et al: El personal sanitario no percibe la violencia de género como un problema de salud.
En el mismo se concluye que la mayoría de los profesionales sanitarios encuestados (87,1%) consideró que era un problema importante, pero no lo consideraban un problema de salud. Es un estudio ya un poco antiguo, publicado en 2008 pero realizado en 2005. No tiene validez externa, se circunscribe exclusivamente a la opinión frente a este problema del personal médico y de enfermería del Hospital Clínico de Barcelona. Mi hipótesis es que si el trabajo se hubiera realizado en toda España el porcentaje seria aun mal alto. En este estudio también se evidenciaba que a la pregunta: ¿Crees que por tu actividad laboral puedes tener algún papel relevante en la detección de casos de violencia doméstica?, un 65% de mujeres respondían que bastante-mucha, versus un 49,0% de los hombres p < 0,05
Desde entonces se han ido produciendo algunos avances. El informe anual del observatorio estatal de violencia sobre la mujer, destaca que el mayor número de casos de violencia de género se detecta en atención primaria frente a atención especializada y urgencias.
El informe también analiza la formación de los profesionales, destacando que la Atención Primaria es el ámbito donde mayor número de actividades formativas y horas lectivas se han realizado. Un dato llamativo es que son las profesionales sanitarias quienes han participado mayoritariamente en las distintas acciones formativas - 6.678 mujeres frente a 1.835 hombres. ¿Pueden considerarse estos datos un reflejo de una distinta actitud frente a la violencia de género de los profesionales sanitarios según el sexo?
Es esperable que la implantación del protocolo común mejorará la detección de casos y la atención sanitaria dispensada. La actuación del profesional de atención primaria ante la violencia de género se enfatiza en:
- Identificar situaciones de riesgo o especial vulnerabilidad. Descifrar signos de malos tratos a través de indicios
- Establecer un diagnóstico lo más pronto posible, con un examen físico y una valoración psicológica .
- Identificar trastornos psicopatológicos de la víctima y el agresor .
- Evaluar la magnitud del maltrato, valorando gravedad de las lesiones, riesgo autolítico, y el grado de peligrosidad o riesgos de nueva agresión .
- Establecer un plan de actuación integral y coordinado.
- Enviar si fuera preciso a servicios especializados .
- Hacer parte de lesiones y remitir al juez.
- Contactar con el trabajador social y servicios sociales .
- Informar de los pasos legales cuando se haya de formalizar una denuncia
- Informar / buscar estrategia de protección y un plan de salida cuando exista riesgo físico
- Registrar los hechos en la historia clínica
- Evitar la medicalización de los sintomas de las mujeres que acuden a la consulta en busca de ayuda para su malestar, sin abordarse las verdaderas causas del mismo.
En los próximos años es razonable pensar que los cambios que se están introduciendo en los sistemas de información sanitaria de las Comunidades Autónomas y su adaptación para la recogida de indicadores epidemiológicos de violencia de género, puedan generar información sobre quién y cómo se están realizando las anteriores actuaciones y responder a preguntas como ¿Se detecta eficazmente en Atención Primaria la violencia de género? ¿Existen diferencias en la realización de cribado y detección según la edad y sexo de los profesionales? ¿Es eficaz el cribado?, etc.
Entre tanto se responde a estas preguntas de forma rigurosa, ante un problema de salud que lleva 540 mujeres muertas desde 2003, las medidas deben de ir más más allá de las actuaciones anteriores. “Si los hombres son parte del problema, también tienen que formar parte de la solución”
Fuera del ámbito sanitario, en los últimos años, ha habido numerosos artículos, libros, conferencias, declaraciones de gobiernos sobre la promoción de una mayor participación del hombre en la lucha contra la violencia y desigualdad de género. Algunos debates interesantes que se están dando en Australia con relación a la implicación de los hombres en prevención de violencia pueden ser consultado en este enlace.
En España, los hombres que se reúnen para reflexionar y para desarrollar iniciativas desde los presupuestos de la igualdad y contra la violencia de género, existen desde hace al menos dos décadas. Ya hace 15 años se creó la primera «Red interprovincial de reflexión sobre los modelos masculinos», que agrupó a algunos de los hombres que aun siguen impulsando bastante de lo que se está haciendo en España con la temática de los hombres, la igualdad y la antiviolencia de género.
Los hombres que trabajamos en y para la Atención Primaria deberíamos seguir estos modelos de lucha contra la violencia de género, por acción, omisión, complicidad, indiferencia o rechazo somos parte del problema. El enfoque biomédico ante la violencia de género no es suficiente y en nuestras manos, como hombres, también esta parte de la solución: “Solo se ve lo que se mira, y solo se mira lo que se tiene en mente”
Me parece un artículo muy concienzudo, lleno de frases para la reflexión. Diferencias entre hombre y mujeres, en este caso sanitarios, muy claras; muy evidentes... A mi me parece que la principal diferencia entre los dos sexos ante esta problemática, es que unos se mueren y otros matan. Que triste que siempre existan diferencias... Nosotros y los otros.
ResponderEliminarEnhorabuena por tus reflexiones.
Francisco Legaz.
Enhorabuena, Ricardo, este tipo de reflexiones y sobre todo la propuesta de implicacion de los hombres en la solución me parece algo mas que brillante.
ResponderEliminarRecientemente se extiende por la red un "supuesto" relativo a que son muchas (?) las mujeres que "abusan" de la legisllación para acusar de maltrato a sus parejas y/o exmaridos,¿¿Tienes datos fidedignos de estos casos ??.
RM.Garcia Jorge
Hola Rosa:
ResponderEliminarEl informe anual del Observatorio Estatal de Violencia Sobre la Mujer de 2009 recoge que de las 120.078 sentencias dictadas entre el 29 de junio de 2005 y el 31 de diciembre del 2008, un 70% fueron condenatorias frente al 30% de sentencias absolutorias, cuando la tasa media condenatorias en otro tipo de delitos es del 90%.
Los expertos apunta a que si bien no se puede apuntar a una única causa de esta menor probabilidad de condena, las dificultades derivadas de la carga de la prueba parecen ser las más importantes. “El problema probatorio radica en que, acorde a la doctrina del Tribunal Supremo (v. gr., sentencia del TS de 29 de abril de 1997), cuando el testimonio de la víctima sea la única o la prueba central de cargo, éste debe reunir las tres siguientes características: ausencia de incredibilidad subjetiva, alguna corroboración periférica de carácter objetivo y persistencia en la incriminación, esto es, en el tiempo sin ambigüedades ni contradicciones.”
Según un estudio de Novo y Seijo (2010) jueces y magistrados solicitan en el 32% de los casos un informe psicológico sobre la credibilidad del testimonio. Además, observaron que cuando el informe psicológico respalda la credibilidad del testimonio acusador, el caso se resuelve con la condena del encausado en el 93,3% de los casos. Por el contrario, si el informe concluye que el testimonio no es creíble se absuelve al acusado en el 100% de los casos. También, es habitual que el estudio de la credibilidad se complemente con una evaluación del daño psíquico ocasionado por los hechos denunciados. Estos datos ponen de manifiesto el papel tan importante que el psicólogo forense juega en las denuncias. El forense además de estudiar la potencial presencia de un daño psíquico puede analizar la realidad de las denuncias mediante distintas técnicas
Te dejo varios enlaces que evalúan la eficacia de distintas pruebas que emplean los peritos psicólogos en la evaluación de la violencia de género.
http://www.psicothema.com/pdf/3621.pdf
http://scielo.isciii.es/pdf/inter/v19n2/v19n2a02.pdf
http://www.usc.es/suips/Revista/vilarino.pdf
Muchas gracias Francisco
ResponderEliminarTenemos que conseguir que los sanitarios varones nos impliquemos mas en este importante problema de salud.
Me parece una muy buena reflexión, este problema nos afecta a todos los profesionales sanitarios y muy especialmente a atención primaria.A todos,sin exclusiones,hombres y mujeres debe ir dirigida esta formación. Ante esta lacra debemos estar unidos con ideas claras y no enfrentados. Los radicalismos generan rechazo y ante esta tema NO NOS LO PODEMOS PERMITIR,sólo el maltratador debe generarlo.No es uma lucha contra el sexo masculino si no, contra los maltradores.
ResponderEliminarUn abrazo y felicidades por tu blog.
Ana