Desde que en 1935 se publicó uno de los primeros artículos sobre evaluación de la eficacia de la Formación Medica Continuada (FMC), el interés por el tema no ha parado de crecer, como lo demuestra el hecho de que mientras que en 1978 Dixon sólo pudo referenciar 14 estudios publicados, en 1997 Davis ya incluía 1.737 en la revisión que realizaba sobre el tema y en 2007 Marinopoulos et al encuentran más de 68.000 citas.
Sabemos que no resulta fácil la evaluación de la competencia de los profesionales sanitarios ni la de los resultados de los programas formativos sobre la actuación del profesional y la salud de los pacientes o de la población. Y también sabemos que no existe una correspondencia lineal entre nivel de conocimientos y/o competencia y la actuación profesional y/o los resultados de salud. Sin embargo, disponemos de un abundante arsenal bibliográfico que permite hacernos una idea más exacta acerca de las limitaciones y bondades de la FMC.
Tras uno de los primeros intentos de sistematización de los trabajos de evaluación de la FMC, han aparecido abundantes revisiones de conjunto en la bibliografía internacional. En ellas se han incluido más de 500 estudios publicados, una proporción de los cuales, alrededor del 15%, eran ensayos aleatorizados. En los estudios revisados se habían utilizado distintas metodologías educativas, se habían evaluado distintos objetivos y se habían centrado en distintas áreas temáticas.
Del análisis de las revisiones más importantes de entre las citadas, Umble y Cervero concluyen lo siguiente. “De los estudios que pueden considerarse de primera generación (1977-1991) se puede deducir que la FMC sirve para mejorar los conocimientos, las actitudes, la competencia y la actuación profesional del médico y los resultados sobre el paciente; que los cambios que se pueden medir se producen principalmente en las áreas del conocimiento y la competencia y, en menor grado, en las de la actuación profesional del médico y los resultados sobre el paciente; y que los estudios de evaluación deben ser más rigurosos para poder adscribir más claramente los cambios producidos a los programas formativos aplicados”.
Por lo que se refiere a los estudios de la segunda generación (1984-1994), “se puede concluir que confirman los hallazgos de los anteriores en lo tocante a la utilidad de la FMC; pudiéndose afirmar que con las actividades de FMC es más difícil conseguir cambios en la actuación profesional que en los conocimientos y habilidades; que es más difícil conseguir cambios en el tipo de actuación profesional que tiene que ver con el cambio social y necesita mayor soporte; que los programas dirigidos a mejorar la actuación profesional resultan más eficaces que aquellos que meramente pretenden mejorar el nivel de conocimientos y las habilidades; y, finalmente, que los programas dirigidos a profesionales que trabajan conjuntamente en un mismo centro de trabajo resultan mucho más eficaces que los dirigidos a profesionales de distintos centros o procedencias”
Complementando lo anterior, Davis et al, en 1997 analizando 14 programas formativos que incluían un diseño de ensayo aleatorizado, concluyen que “mientras que las sesiones didácticas clásicas tienen escaso efecto positivo sobre la actuación del profesional no ocurre lo propio con los programas interactivos que incluyen eventualmente la transmisión de habilidades, los cuales afectan en sentido altamente positivo la actuación de los profesionales sanitarios y, además, los resultados asistenciales”.
Pero sin duda, el trabajo mas importante que evalúa la eficacia de la FMC es el de Marinopoulos SS et al, que en 2007 realizan una revisión sistemática de la literatura médica para evaluar la eficacia de la FMC en la mejora de los conocimientos, actitudes, habilidades, comportamiento del médico y los resultados clínicos.
De las 68.000 citas bibliográficas identificadas en la literatura, 136 artículos y 9 revisiones sistemáticas cumplieron los criterios de inclusión. La calidad general de los estudios fue baja y por consiguiente, unas conclusiones firmes no son posibles. A pesar de ello, la bibliografía evaluada, en general apoya la idea de que la FMC es efectiva, por lo menos hasta cierto punto, para lograr y mantener los objetivos planificados, incluyendo mejoras en el conocimiento (22 de 28 estudios), mejoras en las actitudes (22 de 26), las habilidades (12 de 15), el comportamiento en la práctica (61 de 105), y los resultados de la práctica clínica (14 de 33).
A pesar de la amplia variedad de técnicas de FMC, de las metodologías, de medios de comunicación y exposiciones utilizados, y a pesar de la heterogeneidad de los estudios revisados, encuentran que la eficacia de la FMC es mayor con los medios de comunicación en vivo que si se utilizan medios impresos, que los medios multimedia, en general, parecen ser más eficaces que un solo medio. Además, las técnicas interactivas parecen ser más eficaces que las no-interactivas y que la presentaciones de varios profesores parecen ser más eficaces que la presentación de un solo profesor. Por lo tanto, estas evidencias apoyan la idea de que estas características sean tenidas en cuenta en el diseño de actividades de FMC.
Los resultados también son bastante concordantes para las diversas áreas temáticas consideradas en los distintos programas formativos. Tales áreas incluyen una larga lista que, sin ánimo de exhaustividad, se puede sintetizar del modo siguiente: modificación en la prescripción en general, modificación en la prescripción de medicamentos antihipertensivos, mejora en la observancia del tratamiento hipolipemiante, mejora en la práctica de consejo educativo a los pacientes, mejora en la aplicación de actividades preventivas en la consulta, uso de procedimientos de evaluación de la calidad en centros de atención primaria, aplicación de estrategias de gestión asistencial y control del gasto, modificación positiva de las características del trabajo clínico habitual, e incluso disminución de las denuncias por mala práctica profesional.
Conclusiones
De todo ello, podemos concluir que los resultados de los programas de FMC, en términos generales, a pesar de la baja calidad de los trabajos publicados, parecen ser eficaces en la adquisición y retención de conocimientos, en mejorar las actitudes, habilidades y mejoran los resultados clínicos. Sin embargo, se necesitan más estudios para determinar con algún grado de certeza que las metodologías empleada, las técnicas, así como qué características de profesorado y discentes se asocian con mejores resultados.
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